Transcurrida
una semana desde que completara mi primera Maratón, ahora es un buen momento de
hacer una valoración más pausada de lo que esto ha supuesto y completar así la
trilogía del blog del antes, durante y ahora el después. Creo que correr una
maratón ciertamente te cambia, en cierta medida, la perspectiva de todas las
demás carreras. Es algo diferente, especial, que posee una mística que hace de
esta distancia algo único. Siempre había dicho que no me llamaba la atención
especialmente esta especialidad, pero, al final, ha acabado seduciéndome.
Antes de correr recibí muchos ánimos y apoyos de distintas personas que
, además, me contaban sus propias experiencias, muy válidas todas, aunque
diferentes en muchos aspectos. La conclusión que extraje es que, al final, cada
uno acaba explicando su propia historia y que a mí me tocaría escribir la mía, como así fue. Sin embargo, de todas esas muestras de apoyo, me gustaría
destacar un mail que recibí de Sergio Supervía, atleta con el que coincidí en
la Maratest y que en la Zuich Marató de Barcelona consiguió una marca de 2h27,
muy amigo de Ivan Sánchez el que fuera uno de mis rivales más apreciados en mi
época de categoría sub-23. Sergio me mandó un escrito en el que me explicaba
como afrontar una maratón. Me hacía
una metáfora muy divertida del cariño con el que hay que tratarla, como si
de tu novia o mujer se tratara. Pero lo que realmente me conmovió fue la última frase con la que cerraba
sus consejos
y que, al leerla en ese momento, me puso los pelos de punta: “Trata
a la maratón con respeto y cariño y te dará las mayores satisfacciones que yo
recuerdo en el atletismo, tanto que seguro que volverás a repetir; pero no te
creas superior a ella porque te hará sufrir como pocas veces lo has hecho.” Sabias
palabras, Sergio.
Tras haber corrido y haber
cometido los errores típicos de un principiante. Ahora he procedido a
analizarlos con calma, básicamente debo aprender a prevenir esos calambres que me
sorprendieron por completo en el tramo final de la carrera y que me hicieron perder
más de 6 minutos en el tiempo final. Tal vez tomando pastillas de sales o geles
mucho más completos durante la carrera los hubiera evitado. Debo aprender también a beber en cada avituallamiento y, claro está,
entrenar un poquito más. Pienso que correr un maratón con a penas 50-60 kilómetros
semanales es muy poco. El ritmo que llevé creo que fue el correcto porque
realmente iba muy cómodo y no sufrí en absoluto, incluso al final tenía fuerzas
de sobras, sólo que mis deshidratados isquios no me dejaban correr sin darme
unos dolorosos latigazos. Fue una sensación de impotencia terrible.
Cada día que pasa tengo más
ganas de volverme a enfrentar de nuevo a este reto. A los 3 días ya estaba otra
vez rodando suave y parece que mis piernas se recuperan con bastante celeridad.
Me estoy planteando diferentes opciones, quizá incluso correr el Campeonato de
Europa para mayores de 35 años de la distancia. El problema es que es en pleno
mes de Agosto en Chequia. Tengo hasta el 31 de mayo para decidir si me apunto o
no. En cualquier caso, se ha abierto la veda y más temprano que tarde volveré a
intentarlo, sea en Chequia o en cualquier otra maratón del mundo.
Menos mal que llegaste tocado al final que si no ...remontas tropecientos puestos en los ultimos 400 metros...para un corredor con sangre de geopardo en sus venas como tu , ha debido ser un proceso lento e imagino que bonito, el reconvertirte a marathoniano.Bruno Toledo
ResponderEliminarJajajaja! Super Bruno! más que un proceso lento ha sido inesperado. Por circunstancias de la vida acabé inscrito en el Maratón de París y la verdad es que no lo preparé demasiado. Sin embargo, ahora me ha picado el gusanillo... jejeje! Yo también eché de menos mi último 400... ¿onde andará? para mí ahora es más duro correr rápido que mucho rato.
EliminarUn saludo Campeón!!!