Datos personales

Instagram

Translate

jueves, 21 de julio de 2022

THE WICKLOW WAY (IRELAND)



Tras dos años de pandemia y de planes de viajes frustrados, por fin los Corregrinos veíamos la luz. Por las circunstancias y la disponibilidad de todos, para este reencuentro buscamos realizar una ruta que no se complicara demasiado, que no estuviera tampoco muy lejos y que tuviera una logística sencilla. Así pues, tras valorar las posibilidades nos decantamos por Irlanda.  Allí se encontraba el Wicklow Way, un recorrido de unos 140km que une Clonegal con Dublín (o viceversa) y que se puede dividir en unas 7 etapas.

A pesar de planificar el viaje para principios de abril, entrada ya la primavera, íbamos a abrir la temporada para realizar este camino. El clima de Irlanda en general, y en esta época en particular, no es precisamente caluroso, aunque tampoco es extremo, sí hay tendencia a fuertes vientos y un promedio de precipitaciones bastante elevado. Todo indicaba que la temperatura media iba a rondar los 8 o 9 grados durante el día y algo menos por la noche y que, por supuesto, tendríamos que lidiar con días de lluvia.


Lo cierto es que, tras decidir el destino y el recorrido, fuimos cuatro los valientes que nos apuntamos a realizar este reto. Edu desde Sevilla, Manu desde Menorca y Carlos y un servidor desde Canet de Mar (Barcelona). Todos Nepalgrinos.

Un par de meses antes empezamos ya a diseñar las etapas y a gestionar dónde dormiríamos cada día. Por lo que nos pusimos manos a la obra con las reservas para llegar con todo bien cuadrado. A pesar de venir de tres ciudades diferentes encontramos vuelos a Dublín en unos horarios muy compatibles, en a penas un margen de 3h estaba previsto el aterrizaje de los 4.

Planning de la ruta Wicklow Way

Viernes, 8 de abril 2022:

El primero en ponerse en marcha fue Edu, aunque no empezó demasiado bien el viaje para él. Primero le quitaron los palos de trail en el control de acceso al aeropuerto de Sevilla y después recibió la noticia de que su vuelo iba con mucho retraso por una avería


con Víctor Izquierdo

A la espera de noticias sobre cómo evolucionaba el incidente, iniciamos también nuestra andadura Carlos y yo. Fuimos a comer con nuestro amigo Víctor Izquierdo, que nos llevaría luego hasta el Aeropuerto de Girona. Una pena que esté aún en fase de recuperación de una lesión en la rodilla porque hubiera sido un claro candidato a incorporarse a las fuerzas Corregrinas con destino a Irlanda. Nos despedimos de él una vez superado el control de acceso, todo parecía ir mejor en el aeropuerto de Girona, a nosotros sí nos permitieron los palos de trail, aunque también se anunciaba un pequeño retraso en nuestro embarque. Manu, el último en salir, directamente no probó llevar palos y embarcó a la hora prevista.


Así pues, Manu sería el primero en aterrizar en Dublín, cuando en teoría iba a ser el último, nosotros despegamos una hora más tarde, así que llegamos unos minutos después de Manu. ¿Y Edu? pues Edu, se tiró la friolera de 8 horas esperando a que solucionaran el problema con el avión. Tenía que despegar a la una del mediodía y lo acabó haciendo a las nueve de la noche, eso sí, tuvo una compensación de 4 euros para comprarse algo (non-alcoholic) en el Burguer King. 

Nosotros habíamos llegado sobre las 8 de la noche, hora irlandesa, por lo que íbamos a tener que esperarle un mínimo de 3 horas en el aeropuerto. Además con la compañía de Bill, el propietario de la primera granja Bed & Breakfast, en la que nos íbamos a alojar en Clonegal. Manu había negociado con él la recogida y transporte hasta llegar a nuestro primer alojamiento, el Carraig Enquirya 150km de Dublín.

Acorde a nuestra actitud siempre positiva nos consolábamos diciendo "lo que mal empieza bien acaba".

Encuentro Nepalgrinos y Bill


PRIMERA ETAPA: CLONEGAL-SHILLELAG (19,7km, +388m, 2h38)


Nuestro primer día en Irlanda amanece soleado. La primera vista que tengo al abrir las cortinas de la habitación es la de un cielo azul y vastas praderas verdes. No hay duda de que estamos en plena naturaleza y que la actividad granjera en la casa de Bill hace un rato que ha empezado. Es reconfortante abrir la ventana y oír los sonidos que nos ofrece este paisaje, pájaros cantando y ovejas balando. Bajo y encuentro a los tres Irlandagrinos desayunando en el comedor. Una mesa preparada con cereales, café, leche, fruta, pan, mermelada y todo lo necesario para recargar fuerzas antes de iniciar la marcha. 

Después de preparar la mochila, Bill nos lleva en coche al punto de partida del Wicklow Way. Nos pregunta si nos apetece hacer un poco de turismo y nos propone ir a un castillo que estaba a unos metros más abajo de la salida. Accedemos a ir a visitar el castillo, más por cortesía ante el entusiasmo de Bill que por el interés que nos pueda causar. Nos bajamos del coche y le agradecemos su amabilidad, caminamos un poco hacia el castillo, nos hacemos unas fotos y volvemos hacia la salida.

Punto oficial de partida del Wicklow Way (Clonegal)

Ahora sí, todo está listo para iniciar la marcha. Arrancamos a correr y noto que me siento incómodo con la mochila, no acaba de estar bien ajustada y me rebota un poco. Además, creo que, en esta ocasión, la he cargado demasiado. No baja de los 6 kilos, más el agua, y eso a lo largo de los kilómetros se va notando mucho. El primer tramo es una carretera de asfalto bastante llano y ahí aprovechamos para ir acoplándonos a la mochila y calcular un poco el ritmo que vamos a llevar. Lo cierto es que el estado de forma no es el mejor, creo que para ninguno de los 4, así que la propuesta es ir rodando suave, a unos 5/6 minutos por km y en las subidas caminar rápido. Lo bueno es que, al disponer de 4 palos, podemos repartírnoslos como buenos hermanos y llevar uno cada uno. Habíamos debatido mucho sobre la necesidad o no de llevarlos y definitivamente, es que sí, creemos que es una ayuda imprescindible y más para paliar el peso de la mochila en algunos tramos de subida.

Salida!!

El recorrido se hace ameno, no es muy complicado técnicamente y se puede correr bastante, de hecho, hay bastante asfalto. Así, en un par de horas y media estábamos en Shillelag y justo vemos que Sean, el propietario del Hostel/Pub, Central House Inn, está abriendo las puertas. No sé si fue casualidad o es que realmente nos había visto venir. Tampoco había nadie más alojado allí. Tras una reconfortante ducha nos dirigimos a comer al pub del pueblo. A la vuelta a nuestro alojamiento, paseando, vimos una tienda donde vendían palos, todo el escaparate estaba lleno de bastones con diferentes formas y que finalizaban como con una especie de bola en la parte superior. Así fue como descubrimos que Shillelag es el nombre que reciben esas "cachiporras", que sería la traducción literal, y que se utilizan para practicar una especie de deporte local en donde luchan con ellos. Poca broma con los habitantes de Shillelag.

Por la tarde, tanto Carlos como Manu entraron en un profundo estado de somnolencia. Así que descansamos un par de horas, hasta que recuperaron la consciencia. Luego nos fuimos a tomar unas pintas. Yo no soy nada cervecero, es más, no me gusta nada la cerveza. Eso en un país como Irlanda es casi una ofensa, por lo que, por socializar con mis compañeros, me pedí una pinta de cerveza negra, por probar. Ya empecé mal mi andadura como testador de zumo de cebada, cuando el barman tardaba en servírmela, y yo impacientado y extrañado, le dije a Manu, - oye, creo que se ha olvidado de dármela- y éste empezó a reírse, diciendo que antes tenía que dejarla reposar. Así que todos se rieron un rato de mí, incluido el barman. El caso es que, tras la protocolaria espera, el primer trago me supo a rayos. Intenté beber un poco más mientras veía como todo el mundo disfrutaba con su pinta, sin llegar a entender por qué.  En fin, que confirmé que no me gusta y que definitivamente había malgastado 8 euros. A todo esto, al escucharnos reír, vino un nativo a gritarnos que habláramos en inglés… lo miramos, y nos acordamos de que estábamos en Shillelag, y que allí su principal hobby es golpearse con bastones, por lo que nuestra respuesta fue “of coursey seguimos riéndonos, pero en inglés.

Lo intenté...


Cenamos de nuevo en el pub, donde además habilitaron una pista de baile y una orquesta. No sé a qué hora estaba previsto que empezara la función, pero se tiraron allí probando “one two, one two… one two three” mucho más tiempo del que tardamos en cenar. El público allí presente, tampoco es que fueran jóvenes y adolescentes, sino más bien jubilados y octogenarios, por lo que decidimos retirarnos a nuestros aposentos.

típica cena Irlandesa


SEGUNDA ETAPA: SHILLELAG-MOYNE (21,9km +493m 3h20)


Durante la noche se oía la música en el Pub de abajo, pero estábamos tan cansados que tampoco nos costó demasiado dormir. Por la mañana, nos levantamos y fue cuando confirmamos que efectivamente estábamos solos. Nadie más apareció para desayunar, así que todo lo que estaba en la mesa fue para nosotros. Al acabar, preparamos las mochilas y avisamos a Sean, que amablemente nos llevó hasta el punto de partida de la etapa de hoy. Ayer nos tuvimos que desviar unos 3km del camino para llegar al pueblo y hoy incluso nos ofreció llevarnos un poco más allá, pero quisimos ser "legales" y le pedimos que nos dejara en el punto más cercano para reenganchar la ruta. Así nos bajamos en la carretera en un cruce que indicaba "Wicklow Way" y desde allí emprendimos de nuevo la marcha.

imagen recorrido etapa 2, con el cielo encapotado

Hoy hacía mucho viento y el cielo amenazaba lluvia, el recorrido era un sube baja constante y tuvimos que recorrer bastantes kilómetros atravesando varias campiñas con sus prados verdes y sus vacas pastando. En el kilómetro 10 establecimos hacer una parada para tomarnos una chocolatina y beber agua, a modo de avituallamiento. En unas 3h20 y tras unos 500m de desnivel positivo, llegamos a nuestro destino de hoy, Kyle Farmhouse, en Moyne, a las 2 en punto, tal y como anunciamos a nuestra anfitriona de hoy, Margaret.


Kyle Farmhouse


Margaret era, haciendo honor a su nombre, la dama de hierro. Lo tenía todo super organizado y bajo un orden de horarios estrictos. Nos dio de comer unos sándwiches al llegar y nos organizó el resto del día, nos dijo que a las 16h nos llevaría al pub del pueblo, que estaba a unos 3km, a que nos tomáramos algo y a las 17.15 vendría a recogernos puntual, por lo que deberíamos esperarla fuera ya preparados. A las 18h en punto se nos serviría la cena en el alojamiento. Eso sí, todo lo que nos preparó esa buena mujer estaba exquisito. Además le pedimos lavar la ropa y sin cobrarnos nada nos la tenía limpia y seca esa misma noche.

Una vez cenamos nos aposentamos en el comedor a ver la liga de futbol en nuestros móviles, Edu a su Betis y Carlos y yo a nuestro Barça, y así estuvimos distraídos hasta casi la hora de ir a dormir.


TERCERA ETAPA: MOYNE-GLENMALURE (23.1km +682m 3h46)


desayuno

Al levantarnos, Margaret, nos preparó un auténtico desayuno Irlandés, con sus salchichas, huevos, cereales, zumo y todo lo demás. Así que salimos casi rodando de allí, pero había que coger fuerzas porque la etapa de hoy era durilla. A las constantes subidas y bajadas, atravesando frondosos bosques y verdes praderas se nos unió, hoy sí, la esperada lluvia.

Un momento de la ruta de hoy

Preparados para la lluvia

Tras 3h y 46 minutos alcanzamos la meta. El alojamiento, el Glenmalure Lodge Enquiry, era una especie de hotel con su propio bar-restaurante, por lo que allí estábamos provistos de todo. De hecho, tampoco había mucho más donde ir, ya que todo el entorno eran praderas donde campaban varios rebaños de ovejas.

Glemalure Logde Enquiry

Después de comer, fuimos a dar uno de nuestros ya clásicos paseos, a paso lento y con las manos atrás, entrecruzadas, como si de unos jubilados se tratara, comentamos y hablamos sobre cosas de la vida sin más prisa que la de llegar a un punto no muy alejado y dar la vuelta para volver al hotel. En el trayecto a nuestros costados, extensas praderas con cientos de ovejas numeradas, que aunque parecen ajenas a nuestras conversaciones de vez en cuando nos muestran su opinión con un sonoro "beeeeee".

En ese trayecto me encontré una pelota de hurling, un deporte muy popular aquí, es lo que se podría decir una versión irlandesa del hockey sobre hierba, aunque con notables diferencias, que me sirvió de souvenir para recordar esas charlas Irlandagrinas al atardecer.

La cena a base de hamburguesas y patatas, fue épica, no paramos de reír. Teníamos el día chistoso y nos fuimos encendiendo cada vez más, y especialmente nos dio un ataque de risa incontenible mientras Manu intentaba contarnos una historia de una huésped que tuvo en uno de sus apartamentos y de la que nosotros sacamos nuestra propia versión. 


CUARTA ETAPA: GLENMALURE-GLENDALOUGH  (13,5km, +429m, 2h10)



Hoy estaba claro que la protagonista iba a ser la lluvia incesante. Por suerte íbamos preparados a nivel de material y también mentalmente. La etapa "teóricamente" era corta y si todo iba bien llegaríamos relativamente rápido a nuestro destino. Sin embargo, a pesar de que no eran demasiados kilómetros sí que el terreno, bajo la lluvia, se antojaba bastante más peligroso de lo previsto. A los 471m de desnivel positivo atravesando colinas se sumaron muchos tramos de piedras mojadas y resbaladizas y las famosas pasarelas de madera que también resbalaban de lo lindo a pesar de tener miles de clavos insertados en los tablones. No fue un trayecto fácil y se notó en el ritmo que llevábamos en gran parte del recorrido. 



Aunque como compensación a esos tramos tan técnicos de subida nos íbamos a topar, ya finalizando la etapa, con unas pistas forestales en ligero descenso donde arrancamos a correr como locos. Sin duda el momento más divertido y rápido de todo el Wicklow Way. Se juntó un poco todo, correr bajo la lluvia y que llevábamos retenidos mucho rato por la dificultades orográficas y climáticas. Así que, como si de un tráiler sin frenos desbocado cuesta abajo se tratara, cada vez íbamos agarrando más velocidad, llegando a ir por debajo de 3'30 el km.  La descarga de adrenalina fue brutal.

Camino para correr rápido


Después aún tuvimos que recorrer algún kilómetro más, ya más relajados, hasta llegar a un lago, el Lower Lake, donde ya vimos que era un punto muy turístico por la cantidad de gente que había por allí pululando. La zona era muy bonita con unos jardines y un paseo muy cuidado. Al llegar a Glendalough entendimos, pues, por qué nos había sido tan difícil reservar alojamiento allí. Lo único que encontramos disponible para aquellas fechas en el pueblo era un albergue juvenil, el Glendalough International Hostel.

Glendalough International Hostel


Bueno, quizá estamos acostumbrados a nuestro lema corregrino "miserias no", pero el albergue nos ofrecía todo lo que necesitábamos para pasar la noche, a pesar de dormir en literas y de una ducha un tanto escasa en cuanto a la presión del agua. 

Fuimos a comer a un restaurante donde querían aparentar cierto glamour, pero donde a los camareros, siendo algunos menores, se les notaba bastante inexpertos. En eso Manu, como profesor de hostelería, se tiraba de los pelos viendo algunos de los errores que cometían en el servicio. Tras la clase que nos impartió Manu, salimos a dar nuestro típico paseo hasta el lago, ya con el sol apareciendo en un despejado cielo azul post tormenta. Allí pasamos la tarde, paseando, charlando, haciendo fotos y disfrutando de un entorno idílico y relajante. Al volver al pueblo, se nos antojó merendar una madalena y un café  y luego más tarde volvimos al restaurante para ver el partido de Champions y cenar algo.

Arreglando el mundo

QUINTA ETAPA: GLENDALOUGH-OLDBRIDGE (13,6km, +472m, 2h25)


Amanece soleado. Desayunamos en el albergue rodeados de juventud. Sin embargo, algo nos llama la atención; están todos amargados. No entendemos muy bien por qué, nosotros, cuarentones, menos Edu que aún es un treintañero,  mostramos más alegría y vitalidad que la mayoría de "teenagers" que están allí. Es un detalle curioso, pero parecemos nosotros más jóvenes que ellos, al menos en espíritu.

momentos previos a iniciar la quinta etapa


Sin más preámbulos y tras un desayuno que dejaba bastante que desear, arrancamos la ruta. Hoy, en teoría, era día de "descanso" con a penas 9km previstos. De nuevo, parecía que iba a ser un recorrido más corto y sencillo de lo que al final fue. Aunque no seríamos los Corregrinos Irlandagrinos si no nos perdiéramos de vez en cuando. Y es que, al ir corriendo y charlando, nos hemos salido del camino  sin darnos cuenta. Así que hemos tenido que tirar de GPS para volver a la senda correcta. Esto a parte de los 3 kilómetros extra que íbamos a tener que hacer para llegar a la granja en la que nos alojábamos hoy.  Al final nos cayeron casi 14km con +472m. 

Señales Wicklow Way, no tiene pérdida


Así pues, aparecimos de improvisto en la Logh Dan House, la granja de Theresa, incluso antes de lo que nuestros anfitriones esperaban. Por lo que, al llegar, estaban realizando sus tareas y se sorprendieron en cierta manera de nuestra presencia repentina. A pesar de todo, nos atendieron amablemente y nos dieron de comer un sándwich, un café con leche y una chocolatina que nos supo a gloria bendita. Bueno, tan a gloria, que ese iba a ser nuestro lunch.



Las habitaciones dobles con baño en la parte de arriba cumplían perfectamente con nuestras expectativas. Allí pudimos acomodarnos y tener una reconfortante ducha. Theresa nos puso a lavar la ropa, todo muy bien, aunque el problema fue que cuando preguntamos por la cena y nos dijo que para eso tendríamos que bajar al pueblo más cercano, Roundwood, que estaba a unas 4 millas. A mi me pareció una "salvajada" pero mis compis contemplaron, sin inmutarse, que podíamos bajar caminando, así, tal cual, como si pegarnos 6 kilómetros y pico de caminata no fuera nada. De hecho, la idea que había al principio era la de por la tarde subir al Scarr, que es un monte de 641m que estaba cerca de la granja. Pero eso ya iba a pasar a la historia y definitivamente nuestra actividad de la tarde se iba a centrar en bajar caminando al pueblo para cenar. Yo hubiera preferido pedir el taxi que nos ofrecía Theresa, pero la mayoría manda.

Así pues, nos pegamos una buena caminata hasta llegar a Roundwood, donde como siempre aprovechamos para echar nuestras charlas. La verdad es que el trayecto se hizo un poco largo y pesado, ya que tenía bastante desnivel e íbamos por una carretera sin arcén. De todas maneras, no callamos en todo el rato, así que no sé lo que tardamos pero no nos aburrimos. Al llegar al pueblo, fuimos a una tienda y nos compramos alguna cosilla para picar, unos frutos secos, chocolatinas y una coca-cola y nos fuimos hasta el rio a sentarnos. Luego fuimos a un pub a cenar, pero como aún era pronto nos sentamos en la terraza a tomar el sol del atardecer. Llevábamos tanto hablando que ya empezábamos a desvariar, así que de forma espontánea, decidimos hacer 5 minutos de silencio; ¡¡prohibido hablar!! a Carlos eso le provocó un colapso, pero antes de que pudiera mediar palabra pusimos en marcha el reloj... y todos nos callamos repentinamente. Ese momento Zen nos vino a todos de maravilla. Se hizo el silencio y pudimos disfrutar de los rayos de sol dándonos en la cara en un ambiente de absoluta paz.

Momento de silencio

Después de cenar tranquilamente, llamamos a un número de teléfono que nos dio Theresa para que viniera un taxi a recogernos y llevarnos de nuevo a la granja. Apareció un hombre en un coche rojo destartalado, que parecía venir de su casa de estar viendo la tele, con el que suponemos tenía algún convenio y que por unos pocos euros nos llevó de vuelta. Haber hecho otros 6 kilómetros caminando sí que hubiera sido una salvajada.

SEXTA ETAPA: OLDBRIDGE-KNOCKREE (22,5km, +508, 3h46)


Haciendo honor a la Semana Santa, por la mañana antes de partir, nos dio por hacer de costaleros en el jardín de la granja cargando a hombros con un palé donde colocamos las mochilas. Una de nuestras venadas habituales.

Logh Dan House



Hoy sí que el recorrido era más exigente, al menos en cuanto a distancia, tras un par de "teóricos" dos días más suaves. Pero antes, tuvimos que desandar los 3km que nos habían desviado del camino hasta llegar a la granja. Una vez en el cruce, de nuevo nos incorporamos al Wicklow Way. Sería el día más duro en cuanto a recorrido hasta la fecha, subiendo y bajando colinas sin parar. Finalmente nos salieron 3 horas largas para unos casi 23km de caminos de piedras con bastante desnivel bajo un cielo encapotado, aunque sin llegar a llover. 

hoy el recorrido fue la muerte



Para llegar a nuestro destino final, Coolakay House, tuvimos que desviarnos nuevamente del camino otros 3km desde el parking de Croone woods. Lo peculiar del Wicklow Way es que los alojamientos no suelen estar en el mismo recorrido, lo que alarga y complica un poco las etapas. De hecho, y a pesar de todo, nuevamente llegamos antes de lo previsto y parecía no haber nadie en la casa. Tras llamar y otear por las ventanas, apareció Yvonne con una mascarilla puesta. Creo que intentó ser simpática y hacer broma diciéndonos que allí no teníamos reserva, pero a nosotros, al principio, por la forma de hablar y de moverse, nos dio la sensación que estaba como una cabra dándonos, incluso, un poco de mal rollo. 

Coolakay House

Luego, ya nos dimos cuenta que  efectivamente estaba de cachondeo. Nos enseñó nuestras habitaciones, que eran como pequeños apartamentos en el exterior de la casa. Allí ya se veía mayor volumen de negocio, no como algunos de nuestros anfitriones anteriores que eran granjas con un par de habitaciones habilitadas para alquilar. Bueno, de hecho, tenía tan definido el modelo de negocio que aquello era un bed & breakfast en toda regla, por lo que nuevamente no servían ni comida ni cena... y obviamente, para variar, el pueblo más cercano estaba a 4 kilómetros.

Otra vez, tras ducharnos, nos tocó caminar. Está vez la idea era ir a comer y comprar algo para cenar. Como una rutina ya asumida, fuimos caminando hasta Enniskerry. Allí comimos en un pub y luego fuimos a un super a comprar provisiones para prepararnos unos bocadillos en el alojamiento para cenar mientras veíamos el futbol. Para volver, como ya es costumbre, sí optamos por coger un taxi. La tarde la pasamos en los jardines de la casa, que eran ciertamente bonitos y bien cuidados. Allí mis compis se tomaron una Guiness, yo ya ni lo intenté.

"jugando en el jardin"
El Capitán Cousteau




















Por la noche nos preparamos unos sándwiches y vimos al Barça caer en la Europa League con el Frankfurt. Tras el disgusto, de Carlos y mío, nos fuimos a dormir que mañana tocaba llegar a Dublín.


SEPTIMA ETAPA: KNOCKREE-MARLAY PARK (25,4km +606m, 4h11)



Está chispeando ligeramente, pero hoy ya es la última etapa, estamos muy cerca de Dublín y ánimo no nos falta. Nos tomamos un auténtico desayuno Irlandés y nos preparamos para emprender la última marcha. No encontramos a Carlos, como siempre "érase un hombre pegado a un teléfono". Por fin aparece y cuando Manu y Carlos, a los que Edu y yo llamamos "los empresarios", están listos podemos arrancar.

El recorrido sigue atravesando zonas de praderas, bosques y  caminos de piedra en medio de las montañas, aunque la diferencia es que se nota que estamos muy cerca de una gran ciudad. A parte de verse asomar en el horizonte el mar con su puerto y la gran urbe, notamos también mucha presencia de caminantes por la zona. Quizá fue por el ansia de llegar, pero el camino se nos iba haciendo largo, y es que finalmente acumulamos 25 kilómetros y 606m de desnivel positivo para llegar a Marley Park superadas ya las 4 horas.

Con las vistas de Dublín al fondo



Nuestra entrada en medio de un parque repleto de niños jugando y de gente ajena a nuestra gesta, fue el punto final a un recorrido, emprendido una semana antes, de 140 kilómetros con unos 3600m de desnivel positivo y habiendo empleado un total de 22 horas y 16 minutos en completarlo . Cuando nos vieron fotografiarnos junto al cartel del Wicklow Way, ataviados con la mochila, los palos y con el rostro un tanto descompuesto aunque sonriente, sí que despertamos cierta curiosidad en los que por allí pasaban. Entonces, al ser preguntados, pudimos explicar orgullosos que veníamos desde Clonegal corriendo. 

llegada!!


Una vez en la ciudad, nos cambiamos y optamos por coger un bus que nos llevara hasta el centro, donde teníamos reservado el hotel. Y cuando digo en el centro es en el mismísimo centro. Pillamos una habitación para los cuatro en el TEMPLE HOTEL. Nos acicalamos y salimos a comer/cenar. Por la hora que era, no se podía precisar, muy tarde ya para comer y muy pronto para cenar. Lo cierto es que nos pegamos un buen homenaje. Tras saciar el hambre, a Manu y a mi nos entró un sueño repentino y nos costó salir de la habitación, pero quedamos con Sergio, un amigo utrerano de Edu y unos amigos de éste que estaban trabajando allí en Dublín, y lo de siempre, una cosa llevó a la otra, nos fuimos animando y acabamos yendo de pubs, por lo que ya no volvimos al hotel hasta bien pasada la medianoche. Fue el broche a nuestro viaje a Irlanda. Aún nos quedaba otro día para hacer turismo por Dublín, y luego ya, cada uno a su casa, pensando en la próxima aventura. 

Los Irlandagrinos con Sergio, que nos hizo de anfitrión en Dublín.




Y la mejor manera de resumir este WICKLOW WAY es viendo el vídeo que hizo Edu, nuestro Woody Allen particular: 




No hay comentarios:

Publicar un comentario