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viernes, 4 de mayo de 2012

CORRER POR EL TEIDE.




Recientemente he tenido la oportunidad de pasar unos días en la isla de Tenerife. Quizá, tiempo atrás, no me hubiera parecido imprescindible, pero ahora, tras haber sentido la llamada de las montañas, era una prioridad acercarme a los aledaños del pico más alto de España y salir a correr por allí. Para ello me llevaron hasta una ruta llamada las 7 cañadas, 16'5 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta a unos 2.200 metros de altitud. En esa altiplanicie la imagen del majestuoso pico del Teide te acompaña en todo momento.




mapa de las rutas

el pico del Teide siempre de fondo
La verdad es que el recorrido no presentaba mucha dificultad en cuanto a su orografía ni a su altimetría, por los caminos se corría muy bien y era bastante plano. Pero las sensaciones de moverse  por aquellos solitarios parajes era cuando menos emocionante. Sencillamente correr por allí era evadirse del mundo en el que vivimos, hasta tal extremo que incluso gran parte de aquel decorado natural recordaba más a Marte que a nuestro propio planeta. Hubo un momento en que me planteé incluso que allí sería imposible sobrevivir mucho tiempo, ya que no había agua ni ningún tipo de alimento que llevarse a la boca. Era simplemente un desierto rocoso. Lugar, por cierto, donde filmaron la película Furia de Titanes, aunque a mi me hubiera inspirado más una película del far West o, como ya he dicho, una en la que la historia transcurriera en el planeta rojo. Me sentí muy cómodo corriendo por allí, no noté demasiado la altitud. Una altitud que se hacía evidente cuando de repente, en medio del camino, tuve que atravesar una nube. Al sobrepasarla bajó la temperatura considerablemente y me vi envuelto por una ligera llovizna. Bueno, se puede decir que estaba en una nube, literalmente.
desde el Parador Nacional
Ese entrenito lejos de cansarme me provocó una carga de energía considerable.Tengo claro que correr por la montaña te da vida, no sé, es algo especial. Tal es así, que al día siguiente tenía previsto ir a hacer otro recorrido por el monte Masca, sin embargo, de camino hacia allí, casi sin querer y decidiéndolo 30 minutos antes de la prueba, me presenté en la línea de salida de una milla (1.609 metros de nada) que se iba a disputar en un estadio de atletismo. La verdad es que no sé exactamente por qué me dio, tal vez por mi neura este año de probarlo todo, pero el caso es que allí estaba yo con un dorsal puesto a punto de enfrentarme a unos cuantos mediofondistas tinerfeños. No lo hice mal del todo, ya que finalmente entré 5º clasificado, aunque, cuando lo requerí, mi cambio de ritmo no apareció por ningún lado. A la que empezaron a esprintar para disputar la victoria  no tuve nada que hacer. Creo que cada vez mi mutación es más evidente. La próxima milla que haga será vertical.

momentos antes de disputar la milla

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