La historia de Escocia se remonta a muchos siglos atrás, una historia trepidante
repleta de clanes, revueltas sangrientas, encarnizadas batallas, castillos, fortalezas y fastuosas casas señoriales. Todo ello acontecido en paisajes fascinantes,
como la belleza salvaje de las Tierras
Altas. Allí se encuentra el West
Highland Way, un recorrido que discurre entre montañas y vastas extensiones
de praderas a lado y lado del camino, bosques y lagos que parecen mares. Los
Corregrinos, ávidos de aventura, nos sentimos atraídos por esta ruta de 97 millas (156km) desde Milngavie, a las afueras de Glasgow, hasta Fort William, donde
al llegar encontraremos el Ben Nevis, la montaña más alta del Reino Unido con
1334 metros de altura sobre el nivel del mar.
Esta vez no pudimos contar con la presencia del utrerano, Eduardo de la Serna, el Corregrino Eduardum, el tercer Nepalgrino, así que tuvimos que afrontar el reto los de siempre, Danielem y un servidor. Sabíamos que las mayores dificultades las íbamos a
encontrar en las condiciones climáticas; la lluvia, el frío, el viento y el barro iban a
ser un hándicap importante. Pero eso, en definitiva, le daba un toque épico a
esta experiencia, así que volvimos a ajustarnos las mochilas y partimos hacia el
país de William Wallace. Dos meses antes, siguiendo los consejos que habíamos leído en diversas
guías y blogs, y debido a la escasez de alojamientos en algunos puntos de la
ruta, realizamos todas las reservas para tener sitio donde
dormir en cada una de las etapas, cosa que no resultó difícil de cuadrar.
El viaje en avión desde Girona transcurrió plácido, aprovechamos para dormir en Glasgow y hacer un poco de turismo al día siguiente. Nos pusimos a caminar hacia el pueblo donde teníamos el siguiente alojamiento y para ello cruzamos toda la ciudad, visitando varios museos y parando a tomarnos un capuchino en una terraza. Una vez en las afueras, entramos en un restaurante indio a comer donde estaba todo delicioso, era buffet libre así que nos pusimos las botas. Caminamos otro rato más y cuando nos restaban unos 5km para Bearsden, nos vestimos de Corregrinos y empezamos a correr. De esta manera tuvimos una primera toma de contacto con el peso de la mochila, unos 5 kilos contando el agua, y pudimos hacer los ajustes necesarios.
![]() |
recorrido del West Highland Way |
![]() |
Planificación |
El viaje en avión desde Girona transcurrió plácido, aprovechamos para dormir en Glasgow y hacer un poco de turismo al día siguiente. Nos pusimos a caminar hacia el pueblo donde teníamos el siguiente alojamiento y para ello cruzamos toda la ciudad, visitando varios museos y parando a tomarnos un capuchino en una terraza. Una vez en las afueras, entramos en un restaurante indio a comer donde estaba todo delicioso, era buffet libre así que nos pusimos las botas. Caminamos otro rato más y cuando nos restaban unos 5km para Bearsden, nos vestimos de Corregrinos y empezamos a correr. De esta manera tuvimos una primera toma de contacto con el peso de la mochila, unos 5 kilos contando el agua, y pudimos hacer los ajustes necesarios.
El día era fantástico, hacía sol y la temperatura
era ideal. Llegamos a una urbanización de lujo y no hacíamos más que ver coches
de gama alta y mansiones a lado y lado de la calle. Pensábamos que quizá nos
habíamos equivocado, pero no, nuestra reserva para esta noche estaba en esa
dirección. Efectivamente se trataba de una mansión, los propietarios, una
familia de origen pakistaní adinerada, con los hijos ya mayores estudiando en
Londres, había decidido alquilar algunas habitaciones. Allí estuvimos como
reyes, hasta nos dejaron un salón para poder ver el partido del Barça. Mientras ellos disfrutaban en otra habitación del derby de la ciudad, Celtics vs Rangers.
![]() |
Nuestro primer alojamiento |
30 abril 2018
Etapa1: Bearsden-Milngavie-Drymen
24km (+224 - 128) en 3h31
24km (+224 - 128) en 3h31
altura máxima: 138m
Tuvimos que alargar la etapa para llegar al punto de partida casi 4km. Una vez allí, procedimos a realizar las fotos de rigor y nos dispusimos a correr los 20km que separaban Milngavie de Drymen. El recorrido transcurrió plácido, sin apenas desniveles y con un terreno seco y bastante compacto, teniendo en cuenta los estragos que suele hacer la lluvia por estos lares, hoy no parecía que estuviéramos en Escocia. El sol nos acompañó toda la etapa. Y a pesar de que en los últimos km ya teníamos ganas de llegar, no se hizo demasiado duro.
Tuvimos que alargar la etapa para llegar al punto de partida casi 4km. Una vez allí, procedimos a realizar las fotos de rigor y nos dispusimos a correr los 20km que separaban Milngavie de Drymen. El recorrido transcurrió plácido, sin apenas desniveles y con un terreno seco y bastante compacto, teniendo en cuenta los estragos que suele hacer la lluvia por estos lares, hoy no parecía que estuviéramos en Escocia. El sol nos acompañó toda la etapa. Y a pesar de que en los últimos km ya teníamos ganas de llegar, no se hizo demasiado duro.
![]() |
En la salida oficial del WHW, Minlgavie |
El alojamiento fantástico en Angel Cotage, en una
casa nueva con 3 habitaciones dobles habilitadas para alquilar. Después de
reposar las piernas tumbados un buen rato, fuimos a pasear por Drymen, poco
había que hacer, así que acabamos en el bar del pueblo tomando algo hasta la
hora de cenar.
![]() |
Angel Cotage en Drymen |
Etapa 2: Drymen-Rowardenann
24Km (+416 - 424) en 3h20
altura máxima 334m
24Km (+416 - 424) en 3h20
altura máxima 334m
Hoy aún amaneció con sol y aunque hacía un poco de
frío, parecía un día agradable para correr. Cuando ascendimos la cosa fue
cambiando. Al llegar al punto más alto de la etapa, Conic Hill, el viento era
tremendo. Afortunadamente empezamos a bajar y a atravesar preciosos bosques al
lado del Loch Lomond, un lago tan grande que parecía el mar. La lluvia hizo
acto de presencia a la 1 del mediodía, tal y como anunciaban las previsiones
del tiempo ayer, primero con un ligero chiribiri y ya más tarde, cuando
llegamos a Rowardenann, con bastante intensidad. A pesar de que el recorrido
era bonito y agradable para correr, no íbamos del todo finos, los dolores
musculares y la fatiga se apoderaron de nosotros y los últimos km se nos
hicieron un poco largos. Hay que tener en cuenta que el
peso de la mochila hace estragos.
![]() |
Las vistas desde Conic Hill |
El Hostel, perdido en medio de la nada,
obviamente, no era nada del otro mundo. Compartimos una habitación con literas
para 6 personas y pasamos la tarde incomunicados, sin Wi-fi ni cobertura en el móvil, descansando y
viendo la lluvia caer incesante por la ventana. Esto sí es Escocia en estado
puro. Conversamos con nuestros compañeros de cuarto, Jan-Willem un experto en bosques y árboles y su hijo de 11
años que venían de Holanda, y también, mientras nos preparábamos unos
espaguetis en la cocina, con una mujer que era bióloga y venía de Alaska. Al
final, en este tipo de situaciones, acabas practicando inglés escuchando
historias de todo tipo. Con el hostelero, un escocés auténtico de campo,
Freezer (o así entendimos que se llamaba) nos costaba más, de hecho cuando nos dijo
su nombre creímos que nos estaba diciendo que estaba congelado, a lo que
respondimos "yes, is cold today". Luego ya le pillamos el acento y
resultaba gracioso como al acabar cada frase, siempre soltaba un
"yeah" suave y pausado.
2 de mayo 2018
Etapa 3: Rowardennan-Inverarnan
24km (+180 - 230) en 4h02
altura máxima 102m
![]() |
El camino que bordea el Loch Lomond |
2 de mayo 2018
Etapa 3: Rowardennan-Inverarnan
24km (+180 - 230) en 4h02
altura máxima 102m
Amaneció soleado, aunque aquí es fácil que el
tiempo de un cambio radical en cualquier momento. Así que aprovechamos para
ponernos en marcha. El camino transcurría atravesando un bosque paralelo al
Loch Lomond. Los primeros km fueron agradables y relativamente rápidos, pero a medida que
avanzábamos, la cosa se iba complicando y, al constante sube y baja, había que añadir
grandes piedras resbaladizas y barro que dificultaban mucho poder seguir
adelante con un mínimo de ligereza. Así estuvimos unos 7km, hasta que, al fin,
en los últimos 5, la cosa empezó a mejorar. Llegamos al final del lago y tras
cruzar un puente alcanzamos nuestro destino.
Hoy íbamos a dormir en el Drovers inn. Construido en 1703, cuentan muchos de sus huéspedes que en él habitan varios fantasmas que se suelen aparecer en las frías noches escocesas.
Hoy íbamos a dormir en el Drovers inn. Construido en 1703, cuentan muchos de sus huéspedes que en él habitan varios fantasmas que se suelen aparecer en las frías noches escocesas.
![]() |
Drovers Inn |
Allí había una famosa, llamémosle, tasca o taberna, donde nos socializamos con
algunos de los caminantes que ya nos conocían de vernos pasar cada día. La
primera en acercarse fue una americana de Michigan llamada
Amanda, ingeniera nuclear dijo que era, que sintió
curiosidad por nuestra forma de hacer el camino. Ella fue la que nos contó que
había varias historias de fantasmas en aquel lugar. De hecho, fascinada por
estos acontecimientos paranormales, pidió la habitación número 6, donde parece
ser que habita el espíritu de una chica que se ahogó en el lago muchos años
atrás y cuyo cuerpo dejaron en la cama de esa habitación hasta que vino la
funeraria a buscarla. Yo no sé, pero la Amanda que conocimos la noche antes, simpática y agradable, al día siguiente tras dormir en esa habitación, ya no era tal, se volvió un poco rancia y distante, hasta tenía mala cara, pensamos que pudo ser la resaca del whisky de la noche anterior o que no había dormido del todo bien. Ahí lo dejo.
También cuentan que transita por allí una familia entera que murió de
frío intentando llegar al Drovers inn y que se aparece tiritando a los pies de
la cama de algunos huéspedes. Además, para completar el catálogo de habitantes ectoplasmáticos, vaga por los pasillos el
fantasma de August, que fue asesinado por unos ladrones. Todo ello en épocas ya
lejanas. En cualquier caso, nosotros nos alojamos en la habitación 18, donde no
parecía haber ningún espectro, salvo nosotros mismos.
![]() |
Habitación 18, donde pasaríamos la noche |
Antes de ir a dormir, congeniamos con unos
caminantes, 2 americanos y 2 escoceses puros (uno de ellos hablaba un inglés
que no lo entendían ni los americanos) que se estaban pegando unas rondas de whisky
escocés, mientras explicaban historias. Así que cuando nos fuimos a dormir nos
quedamos K.O al instante, por lo que si algún fantasma vino a vernos tampoco le
hicimos mucho caso.
![]() |
Interior de la habitación en el Drovers Inn |
3 de mayo 2018
Etapa 4: Inverarnan-Tyndrum
20km (+390 - 160) en 2h50
altura máxima 331m
20km (+390 - 160) en 2h50
altura máxima 331m
Como buenos escoceses nos pegamos un desayuno
británico; huevos, bacon, salchichas... había que recargar energías. Nos
atendió un chico vestido con típico atuendo escocés, falda y calcetines largos
incluidos, que cuando empezó a explicarnos lo que había para desayunar y oírnos
contestar con nuestro inglés de Cuenca, nos soltó “¡si yo soy gallego!" y contestamos, "ya
decíamos que para ser de aquí se te entendía muy bien". Fue agradable
encontrar alguien que hablara nuestra lengua, allí raramente saben hablar otro
idioma que no sea inglés. Para acabar de rematar un desayuno hispanoparlante,
la pareja de nuestro lado, al oírlo, también empezó a hablar en castellano.
Eran de París, pero tenían familia en la Costa Brava catalana y dominaban
bastante bien el idioma. Ellos también estaban haciendo el WH Way y nos
reconocieron como "los que van corriendo"
![]() |
Los Corregrinos con Yago |
Nos hicimos una foto con Yago, el gallego que
trabajaba en el Drovers Inn, y salimos a la calle, donde también estaban a
punto de iniciar la ruta el padre y el hijo holandeses. Conversamos con ellos
un rato, les deseamos suerte y arrancamos a correr. Nos adentramos en un bosque, donde
pronto tuvimos que parar para ponernos los ponchos por la intensa lluvia que
estaba cayendo.
Como siempre, solemos ser los últimos en comenzar, pero, al ir
corriendo, tenemos la suerte de ir adelantando y saludando a todos y cada uno
de los caminantes con los que compartimos etapa, calculo que unos 40 ó 50 cada
día. Esto hace que al final nos conozca todo el mundo y que los saludos y los
ánimos que nos dan sean cada vez más efusivos.
![]() |
el barro del camino |
Llegamos a Tyndrum a la 1 del mediodía, allí
teníamos reserva en un hotel de 4 estrellas. Todo muy bonito y muy bien, pero
hasta las 14h no nos daban la habitación, a veces ir corriendo también tiene
sus desventajas, demasiado rápido amigos.
![]() |
Hotel en Tyndrum |
No tuvimos más remedio que ir a comer hasta que
fuera la hora en que pudiéramos entrar a nuestra habitación. Afortunadamente
había una cafetería restaurante a escasos metros, donde el menú era el ya
típico que nos vamos encontrando en todos sitios, poco variado; fish and chips
o pollo al curry o hamburguesa, no hay mucho más donde elegir. Y tampoco es que
comer sea barato, al final, con la bebida, te viene costando unas 14-15 libras
(unos 17 euros)
Una vez recuperadas las energías, nos instalamos
en nuestros confortables aposentos, donde nos pudimos duchar, descansar y lavar
la ropa. Por la tarde, nos acercamos hasta el bar del Tyndrum Inn, donde al
entrar nos reconoció un grupo de caminantes de diversas nacionalidades, estaban
allí reunidos, bebiendo cerveza muy animados. Pronto fuimos el centro de atención
y nos acribillaron a preguntas al respecto de nuestra idea de ir corriendo.
Había suizos, alemanes y holandeses, todos haciendo broma con sus distintos acentos
y nosotros con el nuestro. Al menos nos entendíamos y pudimos reírnos un buen
rato. Más tarde, decidimos comprarnos una ensalada y un postre en el super e
irnos a descansar. Mañana nos esperaba un día difícil.
4 de mayo 2018
Etapa 5 Tyndrum-KingHouse
30km (+570 - 485) en 4h00
altura máxima 442m
4 de mayo 2018
Etapa 5 Tyndrum-KingHouse
30km (+570 - 485) en 4h00
altura máxima 442m
Era la etapa más dura, la que denominamos etapa
reina, 30km con lluvia, barro, frío y un final incierto, puesto que en el
destino de hoy teníamos que coger un supuesto bus que nos llevara a Glencoe a
dormir. A la suma de kilómetros se añadió un largo camino de piedra resbaladiza
compactada en el suelo; a cada pisada notabas, a parte de un
creciente dolorcillo en la planta, como
te patinaba el pie. Ese tramo en el ecuador de la etapa y de más de 10 km que además era en subida, nos minó
mucho las fuerzas. Estábamos atravesando un paraje inhóspito y deshabitado,
enormes laderas de hierba con un tono amarillento, quizá quemada por el deshielo
de las recientes nieves. El camino llevaba a cruzar una carretera, justo en lo
que se denomina King House. Uno puede creer que se trata de algún pueblo o zona
habitada, pero no. Lo único que hay es un hotel, hoy de reformas y cerrado. Por
lo que en nuestro planning tuvimos que tomar la alternativa de dormir en
Glencoe, puesto que el siguiente lugar habitado dentro de la ruta estaba
atravesando 16km más de zona desértica.
![]() |
Paisaje Highlands |
Leí por algún lado que en King House había una
parada de bus que nos facilitaría el traslado a Glencoe, allí reservamos habitación en Galhsdrim room, la típica casa particular con habitaciones para alquilar, para dos noches, tanto para hoy como para mañana tras la ruta. Pero al llegar al km 30, justo
en la carretera y bajo una intensa lluvia, no encontramos absolutamente nada.
Preguntamos a una mujer típica escocesa, llamada Cristine, que estaba allí
casualmente, en aquel cruce con su coche, entendimos que haciendo de soporte a
una pareja de ancianitos entrañables que también estaban haciendo el camino. El
caso es que esta amable señora nos dijo que por que allí no pasaba ningún bus y
se ofreció a llevarnos ella misma a Glencoe, que estaba nada menos que a 20km siguiendo la carretera hacia el oeste. Fuimos muy afortunados de toparnos con alguien de este
calibre humano rebosante de hospitalidad.
Tuvimos una agradable charla con Cristine que
además tenía un inglés muy entendible. Nos explicó la terrible historia que
ocurrió en Glencoe unos siglos atrás, concretamente el 13 de febrero de 1692, en la era del Jacobismo,
donde 120 hombres pertenecientes al clan de los Campbell asesinaron sin piedad a gran parte del clan MacDonald que allí vivía. Tras un largo viaje
y pedir alojamiento en el pueblo y éstos mostrarse hospitalarios y confiados. Durante la madrugada mataron a 38 hombres y dejaron a más de 40 mujeres
y niños a la intemperie tras quemar sus casas. Algunos de
ellos pudieron huir a las montañas al ser avisados con tiempo de lo que estaba
ocurriendo. Por lo visto, las razones
para llevar a cabo esta atrocidad eran unas rencillas del pasado que parecían
olvidadas y que decidieron vengar de la manera más cruel posible cuando nadie
lo esperaba.
Actualmente el pueblo está compuesto por unas
cuantas casitas muy nuevas y donde la mayoría ofrecen Bed and Breakfast. Es un
modelo de negocio muy extendido en Escocia, o al menos en esta zona de los
Highlands, utilizar tu casa para alquilar habitaciones y tener unos nada
desdeñables ingresos diarios con la gente que está de paso.
5 de mayo 2018
Etapa 6: King House-kinlochleven
15km (+370 - 600) en 1h51
altura máxima 554m
15km (+370 - 600) en 1h51
altura máxima 554m
Aquella mañana, al levantarnos e ir a desayunar al
comedor de la casa, nos encontramos con una mesa de 5 huéspedes más desayunando
en silencio, fue una situación algo incómoda, compartir mesa con extraños,
recién levantados, cara de sueño y los sentidos aun activándose. Al rato, se
rompió un poco el hielo y empezamos todos a hablar. Cada uno contó porqué
estábamos allí; una pareja de jóvenes turistas que visitaban los Highlands, un
señor mayor expiloto de moto de Trial y su hijo Dan Thorpe y la mujer de éste,
Catherine Alford, ambos pilotos de motos, que nos contaron que iban a competir en los Scotish Six Days Trial, que justo se iniciaba
esa semana. Fue entonces cuando entendimos por qué nos costó tanto reservar
alojamiento en las últimas etapas. Fort William, nuestro destino final, era el
centro neurálgico de este popular acontecimiento deportivo.
De la misma manera que no hubo bus para venir,
tampoco lo había para volver a King House, punto de partida de esta etapa,
digamos de relax. El “husband” de la mujer que se ocupaba de atendernos en la
casa, se ofreció a llevarnos por 10 Libras for each (por cabeza) hasta el punto
donde lo dejamos ayer. La ventaja de volver hoy de nuevo a dormir a Glencoe es
que pudimos descargar varias cosas de la mochila y llevar sólo la ropa para
cambiarnos, algo de fruta y agua. Íbamos tan ligeros que al bajar del coche y
notar el viento frío de la mañana, salimos corriendo como balas. El recorrido
seguía una zona desértica, que en los primeros kilómetros iba paralelo a la
carretera para luego virar hacia las montañas. Tuvimos que ascender durante un
rato, aunque al ir más ligeros que otros días pudimos hacerlo con cierta comodidad.
Hoy era una etapa fácil, pronto coronamos, mientras fuimos adelantando a todos
nuestros amigos, luego iniciamos un largo y rápido descenso hacia Kinlochleven.
Entramos en el pueblo, brillaba el sol y el cielo estaba azul. Nos cambiamos de
ropa y fuimos a dar una vuelta. Hoy se celebraba aquí una de las competiciones
programadas en el SSDT, así que había mucho ambientillo de motoristas.
![]() |
Los Corregrinos con Dan Y Catherine |
![]() |
Praderas en el WHW |
Fuimos a tomar algo, charlamos con algunos de los
caminantes y luego comimos allí. Por la tarde cogimos un bus, aquí sí que hay
una buena red de transportes, y regresamos sin problemas a Glencoe.
6 de mayo 2018
Etapa 7: Kinlochleven-Fort William
24km (+535 - 535) en 3h24
altura máxima 333m
Etapa 7: Kinlochleven-Fort William
24km (+535 - 535) en 3h24
altura máxima 333m
Por la mañana, tras nuestro ya tradicional
desayuno británico, cogimos de nuevo el bus para regresar a Kinlochleven e
iniciar desde allí la que sería la última etapa del West
Higland Way. Iniciamos la marcha desde donde lo dejamos ayer y enseguida enfilamos
una montaña para salir del valle donde se encuentra el pueblo. A mi
personalmente se me hizo un poco duro, habíamos recuperado todo el peso de la
mochila y el ascenso, sin palos, se me hizo bastante penoso y doloroso para mis
lumbares. Al llegar arriba, sentí cierto alivio y, por fin, tras parar a
observar el paisaje y tomar algo de aire, pudimos arrancar a correr tímidamente,
aunque la orografia aún seguía siendo a tramos ascendente. Cuando por fin
llegamos a un camino que llaneaba, sí pudimos darle una marcha más al ritmo. En
ese momento adelantamos a muchos de los caminantes que nos precedían, y
contentos, fuimos saludando uno a uno. Pero de repente, se oyó como algo se rasgaba, el
tirante de mi mochila acababa de ceder... ¡se me había descosido! Quedaban 15km para llegar a Fort William y así no podía
continuar. Danielem, sacó sus bártulos de emergencia, y a lo McGiber, con una
cuerda y cinta aislante, hizo un apaño que sirvió para superar el apuro.
También se pararon a interesarse algunos caminantes que en su afán de ayudar me
dieron unos imperdibles para intentar solventar “ la avería”. Al rato ya
estábamos otra vez corriendo, re-adelantamos a todos mientras sonreían al vernos
pasar de nuevo.
![]() |
Arreglo en la mochila |
Ahora sí avanzábamos decididos hacia Fort William, atravesamos un
bosque completamente deforestado, probablemente debido a una plaga de algún
bicho, cientos y cientos de árboles cortados a lado y lado del camino. Eso
hacía tener mucha visibilidad a distancia, donde veíamos a los caminantes como
hormiguitas que se movían en el horizonte. Ellos también nos veían venir y,
como siempre, cuando la meta está cerca, la gente va más contenta y muchos de
ellos sacaban el móvil al vernos pasar y nos hacían fotos y vídeos de recuerdo,
así podían justificar que vieron a unos ‘zumbaos’ que hicieron el camino
corriendo con la mochila a cuestas.
Llegamos a Fort William, no sin antes tener una vista frontal del Ben Nevis,
montaña que tenemos prevista ascender mañana. Esta distracción casi me provoca
un disgusto. Me despisté y pisé una piedra que me hizo perder el equilibrio,
torcerme el tobillo y haberme ido de cabeza al suelo si no es porque Dani
estaba justo delante mío y pude agarrarme a su mochila de forma bastante
violenta. La cosa quedó en un susto, aunque el dolor en el tobillo me duró los
2 km de larga carretera que aún quedaban hasta llegar al cartel que indica “The
end of the West Highland Way”.
![]() |
final oficial del WHW, en Fort William |
Fotos de rigor y llegada triunfal al pueblo, justo cuando un desfile
con gaiteros y montones de motos daban la bienvenida al SSDT. Nos alojamos en el
Ossean, en pleno centro de Fort William, muy buena ubicación sí, pero dejando
bastante que desear en cuanto a las habitaciones, más parecidas a las de una
prisión que a las de un hotel. Lo peor fue que al llegar no había agua caliente
y nos tuvimos que duchar con agua fría. Por la hora que era tampoco encontramos
ningún sitio abierto para comer y acabamos en un restaurante indio donde,
aparentando ser barato, te cobraban por cualquier complemento que quisieras
pedir durante la comida; el arroz, la salsa, el pan... Menos mal que compensamos este mal inicio en
Fort William comiéndonos un helado que, ciertamente, nos supo a gloria.
![]() |
Desfile participantes en el SSDT |
Por la tarde fuimos a un pub, donde pudimos ver el Barça-Madrid en un
ambiente puramente británico y junto con el padre y el hijo holandeses muy
aficionados al fútbol.
7 de mayo 2018
Ben Nevis (+1265 - 1265)
subida en 2h bajada en 1h47
altura máxima 1347m
subida en 2h bajada en 1h47
altura máxima 1347m
Hoy era mi cumpleaños y la forma de celebrarlo prevista era coronar el
Ben Nevis. La cosa no pintaba bien, estaba lloviendo a cántaros. Las
previsiones en la cumbre tampoco eran muy halagüeñas, comentaban que arriba
hacía mal tiempo y que había mucha nieve. Lo curioso es que no se trata de una
montaña excesivamente alta, unos 4400 pies, que son unos 1330 metros. Pero
debido a la ubicación y al clima frío le da un aire mucho más heroico
ascenderla.
Como tampoco queríamos ponernos en riesgo, esperamos a que avanzara la
mañana para ver si la cosa mejoraba. Fuimos a una tienda de montañismo a
comprar unos palos de trekking y allí estuvimos hablando con los vendedores,
que amablemente nos informaron del trayecto y las características de la
travesía hasta la cumbre que queríamos hacer. Nos dijeron que el clima era el
normal, osea que no había tampoco que esperar a un día mucho mejor para subir. La lluvia que caía no
veían que fuera un impedimento y el hecho de que hubiera nieve e hiciera frío
en la cumbre también era algo asumible y lógico. Sin pensarlo más, cogimos un
taxi que nos llevó hasta el punto de partida del ascenso al Ben Nevis, eran ya
las 12 del mediodía pasadas y seguía cayendo una fina lluvia. Era una hora
quizá tardía para subir y bajar, pero nuestra intención era hacerlo lo más
rápido posible, así que nos pusimos a ello.
Habíamos comprado fruta y Dani un extraño zumo vitamínico, con un sabor
algo parecido a tomate, a mi no me gustó
demasiado así que a penas le dí un sorbo. Danielem, sin embargo, se lo bebió
casi todo. No sé qué tendría el susodicho zumo, pero le sentó a las mil
maravillas. El camino, hecho de pedruscos fijados en el suelo, dicen que para
que pudieran subir los ponis de carga, resbalaba de lo lindo. Suerte de los
palos, porque la cosa se iba inclinando cada vez más. Pronto empezamos a sudar
como pollos y a despojarnos de las capas que llevábamos en previsión del frío y
la lluvia. A los 3 km, el camino llaneaba y nos pusimos a correr, en aquel
punto, se vislumbraba una larga cola de valientes que estaban subiendo a los
que fuimos adelantando uno tras otro. Una vez el camino volvió a inclinarse y a
complicarse técnicamente, tuvimos que ralentizar el paso, aunque Dani seguía a un
ritmo muy machacón sin dar tregua ni para hacer una foto. ¡¡Dichoso zumo!!
Seguimos adelantando a hordas de gente que subía en penosa procesión. Esta
multitud se iba reduciendo según nos acercábamos a la cumbre. A falta de un
kilómetro y medio, el panorama cambiaba totalmente, de repente, hacía mucho
frío, estaba todo nevado y había una intensa niebla que no dejaba ver más allá
de tus narices. En aquel punto, la mayoría de gente ya se había dado la vuelta.
Nosotros seguimos adelante, aunque yo a Dani ya no lo veía. Me paré a abrigarme
porque hasta entonces iba en manga corta y la verdad es que el frío y el viento
azotaban de lo lindo. Hubo un momento, en que ya no había nadie a mi alrededor
y me sentí completamente solo en un
lugar que se parecía más al Everest que a otra cosa. El camino lo marcaban unos
montoncitos de piedras que tenías que ir identificando como sombras en la
niebla. Lo cierto es que las condiciones tan adversas hicieron que fuera algo
épico y muy divertido.
![]() |
Culminando el Ben Nevis |
![]() |
Danielem en el Ben Nevis |
En la cumbre había como un pequeño refugio, bueno era más bien un zulo,
donde entramos a comernos la fruta y donde departimos un poco con las 3 ó 4
personas con las que coincidimos allí arriba. Al poco, sin más deambulo, iniciamos
el descenso, en la parte de nieve, nos dejamos caer, corriendo como locos
colina abajo. Al llegar a la zona de piedra y al estar éstas mojadas, fuimos
con bastante cuidado. El cansancio ya se hacía patente por todo lo realizado en
los últimos días y no quisimos forzar ya más de la cuenta. Con todo, en menos
de 2h ya estábamos abajo, pidiendo mesa para comer en el restaurante. Fue una
buena manera de celebrar mi cumpleaños y una buena manera también de poner la
guinda a esta aventura escocesa. Ahora ya sólo quedaba, al día siguiente,
volver en un largo viaje en tren a Glasgow para dormir allí, madrugar y volar de nuevo a casa, con nuestra nueva misión corregrina cumplida.
CLICK AQUÍ PARA VÍDEO RESUMEN
Sólo decir que me ha parecido muy bueno el post. He pensado que ya estaba en Escocia con tus narraciones tan vivas. En marzo realizaré esa ruta caminando. estumoment.com
ResponderEliminar