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viernes, 7 de junio de 2019

LOS NEPALGRINOS 2.0 EN EL TREKKING DEL EVEREST



En 2016 nacieron los Nepalgrinos. Fue en los Himalayas cuando realizamos el Annapurna circuit. Tuvimos una muy grata experiencia, aquella aventura tuvo un encanto especial y nos dejó con ganas de volver de nuevo. Nepal nos impactó por sus brutales contrastes; un país precario rodeado de unos paisajes increíbles. Allí nos doctoramos en trekkings de alta montaña en modalidad "ligera". Nuestra especialidad. Además, Danielem y yo, conocimos e incorporamos a Eduardo de la Serna, ahora Eduardum, que ya se ha apuntado a varias de nuestras locuras corregrinas.  

Así pues, tras un Carros de Foc, un Camino del Norte y un West Highland Way, tocaba de nuevo volver al país asiático, esta vez en busca de la montaña más alta del mundo. Nos esperaba el trekking del Everest.


Los Nepalgrinos 2.0



Para este nuevo asalto íbamos a ser un cuarteto. Se incorporaba al equipo Carlos Masvidal, el 4º Nepalgrino. Y lo hacía así, a pelo, sin haber hecho nunca antes otro trekking ni tener demasiada experiencia en la alta o baja montaña. Eso sí, a ganas y voluntad no le ganaba nadie. De hecho, mi consejo fue que durante los meses previos entrenara duro porque allí había que ir muy en forma, y vaya que si vino fuerte, venía tan fuerte que a veces nos costaba retener sus brotes de energía descontrolada.
                                             
Carlos Masvidal el 4º Nepalgrino
   
En esta nueva versión nepalgrina, quizá cometimos el error de extrapolar las buenas sensaciones que tuvimos tres años atrás. Las cosas han cambiado y mucho, al menos en el Trekking del Everest,  que nada o poco tiene que ver con los Annapurnas. La palabra Everest en sí es un potente reclamo turístico, para lo bueno y para lo malo. La capacidad del hombre para explotar cualquier atisbo de negocio se hace patente aquí. El crecimiento desmesurado de visitantes, muchos de ellos poco preparados, amparados por agencias que vienen en grupos con guías y porteadores, hacen del camino una romería sin sentido. El problema es que por mucho guía que te haga de "mayordomo" y mucho porteador que te lleve los 30 kilos de peso de una mochila llena de cosas prescindibles, el estado de forma y la adaptación a la altitud es algo que no se puede pagar. Los helicópteros de rescate hacen su agosto día tras día sacando a gente fatigada y con mal de altura de allí. Además, este crecimiento es exponencial a la necesidad de llevar más provisiones a los lodges, y la única forma de transporte en algunas zonas es el burro y el yak. Lo metemos todo en la coctelera y vualá, ya tenemos hordas de turistas mezclados con porteadores, con yaks y burros de carga, en caminos de 3 metros de ancho y un barranco a un lado, por el que más de uno se habrá despeñado.

Uno de los famosos puentes colgantes masificados


El problema es también que a medida que te acercas al Campo Base del Everest, el alojamiento es más complicado de encontrar, las susodichas agencias lo tienen todo reservado de antemano, y los que vamos por libre y cargando con nuestra calculada mochilita de 5 kilos corremos el riesgo de dormir a la intemperie o en lugares poco apropiados a temperaturas bajo 0. Eso sin entrar ya en los crecimientos desmesurados en los precios y el cobrarte por todo, ducha, electricidad, wi-fi etc. Un ejemplo, una botella de 1 litro de agua en Katmandú cuesta 15 rupias (0'19 €) en la ruta cuesta 350 rupias (4'50 €). Teniendo en cuenta que la renta per capita anual de un nepalí es de 747€, si hiciéramos el equivalente del precio, en base a una regla de tres, de esa botella de agua en Europa, saldría una auténtica barbaridad.

En fin, es obvio que cada cual es libre de hacer lo que quiera, por eso nosotros hicimos una readaptación de la ruta, intentando evitar estas aglomeraciones. Pero eso fue algo que improvisamos sobre la marcha y que más adelante explicaré detalladamente. En primer lugar, lo que sí teníamos claro, era intentar evitar el avión de Lukla, otro despropósito de aglomeraciones y desorganización. Lukla es el punto donde la mayoría inicia el Trekking del Everest. La forma que tienen los turistas de llegar allí es en avioneta desde Katmandú. Además, este aeropuerto cuenta con el hándicap añadido de ser considerado el más peligroso del mundo. Los horarios de aterrizaje y despegue son imprevisibles, ya que dependes de la climatología y de las plazas que haya disponibles para volar. Por esa razón, al menos en la ida, tomamos la determinación de alargar la ruta iniciándola más abajo, en Phaplu, donde podríamos llegar en jeep. Desde allí teníamos unos tres o cuatro días más de camino a pie. Para la vuelta sí íbamos con un billete de avioneta comprado, en previsión del tiempo que pudiéramos necesitar para completar el recorrido. Disponíamos de 17 días de los cuales unos 12 para dedicar a la ruta y si todo iba bien, la forma más rápida de volver a Katmandú directamente era esa.

El viaje a Katmandú

En el avión camino a Nepal
El Jueves 11 de abril de 2019 por la noche lo dedicamos a viajar. Volamos con Emirates hasta Dubai. Un vuelo muy confortable de unas 7h desde Barcelona. Sin embargo, el segundo avión, el que iba de Dubai a Katmandú, estaba operado por FlyDubai y el nivel bajaba bastante. Las cuatro horas de trayecto, tras cinco de espera para el transbordo, se hicieron bastante pesadas e incómodas. Llegamos muy cansados a la capital nepalí, siendo ya viernes por la tarde, teniendo en cuenta la diferencia horaria de +3h45. Además, allí en el aeropuerto, aún nos esperaban casi tres horas más para sacar el visado. El proceso constaba de tres fases y tenías que hacer una larga cola para cada una de ellas. Ya empezaba a palparse el caos y la desorganización y aún no habíamos ni pasado la aduana. 

Por fin, después de cambiar dinero y comprar una tarjeta para el móvil, pudimos llegar al hotel donde nos esperaba Danielem que había llegado unas horas antes proveniente de su viaje por Kenya y la India.  Con Edu nos habíamos encontrado en Dubai, ya que él venía desde el enlace de Madrid. Ahora sí, ya estábamos los cuatro Nepalgrinos. Fuimos a cenar nudels y momos a un restaurante y a las 00:00 fuimos a dormir.

Los 4 Nepalgrinos por fin juntos. Hotel Mi Casa, Katmandú, Nepal.

Jeep a Paplhu

A las 3:30 de la mañana del sábado 13 de abril de 2019 sonó el despertador. Habíamos dormido muy poco en los últimos días, estábamos agotados y el jeep nos recogía en la puerta a las 4 a.m para salir hacia Phaplu. Mientras esperábamos en el Hotel Mi Casa, nos prepararon una tortilla francesa y un té masala. Llovía a cántaros y aún era negra noche cuando apareció el Jeep. En él íbamos a viajar ocho personas más el conductor. Nos encajamos como pudimos en los asientos, con las mochilas en las piernas, y partimos hacia nuestro destino.
En el Jeep, donde intentar dormir era una odisea

El viaje se hizo eterno, en total unas 13 horas. La carretera no era del todo "mala" y lo pongo entrecomillado porque ese concepto en Nepal es muy relativo. Digamos que era una carretera semi-asfaltada, con bastantes curvas, que en su día les regaló el gobierno Japonés. Además, como no podía faltar, tuvimos un percance a medio camino. Esta vez no se trató de una avería o de una rueda pinchada sino de una manifestación. Al pasar por uno de los pueblos del trayecto, nos encontramos una hoguera humeante y un grupo de personas ondeando banderas y cortando la carretera. Su reivindicación no nos quedó muy clara, lo que sí es cierto es que pasamos un momento de tensión cuando nuestro chófer intentó desoír a la multitud enfadada y probó pasar con el coche por donde estaba cortado. De repente vimos como la marabunta se nos echaba encima amenazando al conductor, éste por su parte, agarró con la mano derecha un palo de hierro que tenía escondido bajo el asiento. Afortunadamente la cosa no paso a mayores. Bajamos del coche y charlamos con alguno de los rebeldes, sobretodo con un chaval que no llegaría a la mayoría de edad y que se erigía como un líder revolucionario mirándonos amenazante. Su actitud era curiosa porque luego venía y se interesaba por saber de dónde éramos y a dónde íbamos. Finalmente, como si él fuera el capo, nos dijo que en menos de una hora sería disuelta la manifestación y podríamos marcharnos. 


Manifestación cortando la carretera

A las 17h llegamos a nuestro destino, Paphlu. Allí nos instalamos en el Hotel Everest (creo que este nombre era el más recurrente de toda la ruta). A pesar de estar cansados, durante la abundante cena a base de momos picantes, no paramos de trolearnos y hacer bromas. La principal víctima era Carlos, pagando la novatada. Después de reírnos un buen rato, nos fuimos a dormir bien temprano. 

ETAPA 1 D14/4 De Paplhu (2.400m) a Nuntala (2.250m)
19km 5h

Y llegó el día en que íbamos a iniciar la ruta. Para mí había sido complicado llegar hasta ese momento y aún me invadía la incertidumbre sobre mi estado físico. Llevaba tres meses con una lesión en los Aquiles que me impedía correr. Una calcificación en la inserción del tendón con los calcáneos me hacía ver las estrellas cada vez que intentaba salir a entrenar. Ante la inminencia de este viaje y de este día en concreto, intenté buscar soluciones con los mejores especialistas. Recurrí al podólogo deportivo Enric Violán, un profesional en la materia, que además es un amigo de confianza y al que tengo que agradecer todo su esfuerzo en intentar ayudarme. Él me derivó al doctor Pedret para que mediante una ecografía pudiera determinar un diagnóstico. Tras ver que los tendones estaban sanos y que no corrían riesgo de rotura, la siguiente fase fue contactar con el fisio Carles Tur, que me mandó una serie de ejercicios para fortalecer  y equilibrar el cuerpo en las zonas que más lo necesitaba y así reequilibrar mi biomecánica de carrera. Para finalizar, Enric me hizo unos soportes plantares para ayudar a mis maltrechos tendones a ser más eficientes y sufrir menos en cada impacto. Durante todo ese proceso, la única preparación que pude hacer era la de caminar rápido, tipo Nordic walking, por lo que me cargaba la mochila a la espalda y con los palos de trekking me dedicaba a subir trialeras, simulando los caminos que me iba a encontrar en Nepal. Evidentemente, me faltaba la altitud y mis compañeros Nepalgrinos.


Momentos antes de iniciar la ruta
Esos simulacros dieron paso a la realidad, ahora ya estábamos aquí y por fin iba a ver si todo el esfuerzo realizado había servido para algo. Los cuatro estábamos ansiosos por comenzar, pero Dani tardó mucho en colocar las cosas en la mochila, le esperamos impacientes durante varios minutos. Por fin comenzamos, aunque a los 500 metros se volvió otra vez para atrás porque se había dejado el móvil en el hotel. Tras esperarle de nuevo, decidimos darle el premio "Paquito del día". Afortunadamente hacía sol y la temperatura era buena. Cuando nuevamente arrancamos, y al llevar ya unos kilómetros, noté que me sentía muy bien subiendo. Iba rápido y eso me animó a seguir apretando. Durante el trayecto llegamos a un pico por encima de los 3 mil metros. En ese punto se puso a llover y aprovechamos para tomarnos un té masala en un lodge. Una vez cesó la lluvia, bajamos por un camino muy malo, lleno de barro y piedras. Llevaba un ritmo tan alegre que el gemelo me dio un pinchazo y temí que fuera una rotura, afortunadamente la cosa no fue a más y pude seguir adelante. En el tramo final de la etapa empezó a llover de nuevo, era una lluvia fina e intermitente. Ante la duda de si caería fuerte o no, nos íbamos poniendo y quitando el poncho. Al llegar a Nuntala, nuestro destino, y entrar en el Hotel cayó el diluvio. Tuvimos mucha suerte. 


Primer ascenso a 3000m 
A la hora de la cena, se sentó junto a nuestra mesa una pareja que bajaba de hacer el Campo Base. El hombre alto y corpulento, con aspecto de vikingo, tez pálida pecosa y cabello largo pelirrojo, se mostró muy sorprendido de nuestros planes. Con cierto aire altivo, nos dijo que las condiciones "allí arriba" eran muy negativas. Hacía mucho frío por las noches, -15 grados dentro de la habitación de los lodges. Y que había overbooking de gente, por lo que nosotros, yendo sin agencia y sin saco de dormir lo íbamos a pasar muy mal. A Dani no se le ocurrió otra cosa que preguntarle si nos podríamos duchar con agua caliente, a lo que el hombre con una mueca despectiva exclamó en tono interrogativo "¿¡Hot shower!?", la mujer, más calmada, contestó por él diciendo: "Pero si el agua de las tuberías está congelada y en el suelo de la ducha hay una capa de hielo". El hombre ya más pausado, comentó que era la cuarta vez que venía y que nunca había visto a tanta gente y que además los precios se habían triplicado. Luego para más inri, nos contó que el aeropuerto de Lukla llevaba tres días cerrado, por lo que la acumulación de gente que no podía salir de allí era considerable.

Nos fuimos a dormir un tanto desanimados, no sabíamos muy bien qué nos íbamos a encontrar y si ni siquiera era viable intentar llegar hasta el Campo Base. La idea de no tener sitio para dormir y de unas condiciones climatológicas tan adversas, nos hizo replantearnos la posibilidad de buscar otra ruta alternativa. El miedo a quedarnos atrapados en Lukla a la hora de volver, también nos preocupaba bastante, ya que íbamos con el tiempo muy justo y no nos podíamos permitir perder ni un día allí.

ETAPA 2 L15/4  Nuntala-Bupsa (2.350m)
12km 4h38

Ya de salida nos encontramos un camino con mucha bajada, barro y piedras, pero lo peor es que iba repleto de burros de carga. Eso nos dificultaba y mucho el intentar mantener un ritmo constante. Tardábamos un buen rato en poder adelantarlos. Ocupaban todo el camino y el riesgo de caerse precipicio abajo intentando pasar por un lado era permanente. Eduardum nos repetía, en base a su experiencia, Un burro siempre será más burro que tú y querrá pasar antes, no adelantéis por el lado del barranco”. Al llegar a los múltiples  puentes colgantes metálicos que había en el camino, la cosa aún se ralentizaba más, tenías que esperar a que cruzaran ellos primero. Y así, haciendo un slalom tras otro, no dejábamos de descender hasta llegar a los 1500 metros. Pero claro, aquí se trata de subir, así que ahora tocaba recuperarlo todo.

En pleno esfuerzo, el desnivel es constante

Llegamos a Karakhola (2.069m), y ahora la cosa ya iba en ascensión. El terreno en subida cada vez estaba en peor estado, fango y lo que no era fango, cada paso era una tortura. De repente me entró un sofoco, estaba sudando a mares, me dio un bajón y empecé a sufrir paranoias. Cada vez avanzaba más lento y me  descolgué del grupo. Me entró una especie de depresión repentina y decidí que no quería seguir. Cuando mis compañeros se giraron para preguntarme que qué me pasaba contesté Chavales, os quiero mucho, pero yo no he venido aquí para sufrir así, ¡dimito!”, a lo que ellos contestaron “ ¿Dimites? ¿Cómo que dimites? ¿Qué dices?” y yo Sí, sí, dimito, dejadme aquí, no quiero ser un lastre, seguid vosotros, yo llegaré al próximo pueblo y luego volveré a casa”. El dramatismo con el que pronuncié esas palabras hizo que se empezaran a reír. Entonces pararon y Dani sacó de su mochila un trozo de queso y otro de chorizo. Dani, que había estado estos dos meses atrás deambulando por África y Asia, echaba de menos el embutido y le había pedido a Carlos que le trajera un poco. El chorizo y el queso habían hecho todo un viaje intercontinental desde Barcelona para satisfacer su antojo. Ahora, cuando lo sacó y lo pudimos saborear, nos supo a gloria.

Dani con su chorizo

Parecía que este pequeño tentempié había mejorado mi moral, no obstante la realidad es que un sudor frio me invadió y al seguir subiendo un rato más empecé a tener calambres en los cuádriceps. El diagnóstico era obvio, había sufrido una deshidratación severa y haber comido queso y chorizo aún lo había acentuado más, pero ¿y lo bueno que estaba? El problema es que ya no podía avanzar y ahora sí que tuve que tumbarme en el suelo y dimitir. Danielem quiso ayudarme a estirar y yo, en mi estado paranoide, reclamé que fuera Eduardum quien me hiciera los estiramientos, mi argumento fue que “él juega a fútbol y sabe como hacerlo mejor”. Vimos que al final de la subida había un pueblo, estaría a unos 500 metros, así que me animaron a seguir hasta allí. Yo me levanté y con las piernas  completamente rígidas intenté avanzar. Carlos cargó con mi mochila y entre todos me ayudaron avanzar como si de un soldado herido en la batalla se tratara. Cuando llegamos a Bupsa, el pueblo en cuestión, decidimos quedarnos allí. Un hombre mayor de nacionalidad Belga, al verme en ese estado, se interesó por mí y me prestó crema del tigre para ponerme en las piernas. Eso y dos litros de agua me ayudaron a recuperarme.

Eduardum ayudándome a estirar

Nos quedamos en el mismo lodge que el señor Belga. Llevaba un montón de información sobre las rutas y las opciones que había. Estaba en la misma tesitura que nosotros de evitar el Campo Base y buscar otra alternativa. Nos comentó que él iba a subir a Gokyo, un pico de 5.400m desde donde, en un día despejado, podríamos tener una de las mejores vistas de los grandes ochomiles del Himalaya, incluido el Everest. De hecho, ya habíamos oído hablar de esta opción, mucha gente que pretende salirse de la ruta tradicional para huir de la masificación la hace. Empezamos a interesarnos y a calcular las jornadas que necesitaríamos y parecía que nos cuadraba, había tiempo de llegar a Gokyo, mal que, en los cálculos, entraba coger el avión de vuelta en Lukla. Y eso nos generó algo de duda. Hoy precisamente leímos la noticia de que una avioneta se había estrellado en ese aeropuerto y que el accidente se había saldado con  tres muertos y varios heridos.

En naranja el camino desde Phaplu, en rojo la zona masificada, en morado la opción Gokyo.


ETAPA 3 M16/4 Bupsa-Chaurikarka (2.650m)
18km 4h15

Si el camino de ayer era malo, el de hoy era directamente asqueroso. El barro resbalaba y las bajadas, con mucha piedra, eran un verdadero peligro. El ritmo que llevábamos era desesperante, porque por mucho que quisieras correr tenías que vigilar donde pisabas e ir pasito a pasito sino querías romperte la crisma. En definitiva lo que uno aprende aquí es que la distancia es muy relativa. Puedes creer que una etapa es corta porque tiene “pocos kilómetros” si bien, la realidad es que entre el desnivel, el estado del terreno y nuestros amigos los burros, avanzar un metro se hace de rogar. A pesar de eso, nuestra dinámica nepalgrina siempre es realizar las rutas en la mitad del tiempo indicado. A medio camino nos encontramos a un murciano, no uno de Marte, uno de Murcia, que venía de hacer un seis mil. Con él comentamos lo mal que estaba el camino y nos confirmó que ir a Gokyo era la mejor alternativa. También nos dijo que el tiempo arriba ha mejorado y que hace frío, pero no tanto como hace una semana cuando, según nos contó, el agua de la botella se le quedó congelada dentro de la habitación del lodge.


El terreno era impracticable
Tras un recorrido tortuoso llegamos a Chaurikarka y allí acertamos a quedarnos en un lodge muy acogedor. Mientras nos preparábamos para darnos una ducha, Dani empezó a gritar "¿¿Qué es esto que tengo engachado en la pierna??" fuí a ver qué era y yo también empecé a chillar "¡¡Una garrapata, tienes una garrapata!!" "¡Quítamela, quítamela!" pedía él desesperado. Yo fui corriendo a buscar a Edu, que con el rollo de que es veterinario parece que tenga que tener siempre la solución para todo. El problema es que estaba en la ducha, probablemente en su momento más relajante del día. "Eduuu, ven que Dani tiene una garrapata" a lo que con voz pausada contestó "Illo, igual hace dos horas que la tiene, por 10 minutos más no pasa nada, déjenme que me dé una ducha tranquilo y ya se la quito".

Una vez concluida la ducha caliente y que Edu hubiere desparasitado a Dani de una forma profesional, fuimos a comer. El Lodge estaba regentado por una mujer muy simpática y sonriente, Pasin Putí nos dijo que se llamaba y la verdad es que se partía de risa con nosotros. Bueno, todo eran risas hasta que a Dani y después a Carlos, se les ocurrió poner el té masala a recalentar encima de la estufa. Los vasos, al ser de cristal, obviamente estallaron. Ese día el “premio Paquito” se lo disputaron los dos, finalmente se lo concedimos a Carlos, por imitar a Danielem con sus ideas de Pepe Gotera y Otilio.

Por la tarde salimos a pasear por el pueblo, y realmente fue un momentazo. La plaza con su aire tibetano y los niños allí jugando a lanzar una goma nos dieron un momento de paz muy reconfortante. Tanto o más nos reconfortaba la cena, que si ya normalmente los cuatro somos de buen comer, aquí el hambre se duplicaba y disfrutábamos como bellacos engullendo. Eso sí, el chili no podía faltar, nos encantaba comer picante. Sobretodo a Carlos, que le echaba obsesivamente un par de gotitas a cada cucharada que se metía en la boca.

Edu mostrando un vídeo que había grabado a los niños


ETAPA 4 X17/4 Chaurikarka-Namche Bazar (3.440m)
18km 5h35

Durante la noche cayó un tormentón eléctrico espectacular, la mañana  amaneció buena, con sol. Aquí los cambios de clima son constantes, ya hemos aprendido que la etapa siempre hay que acabarla antes de las 14h, primero hace sol, luego las nubes bajan y suele llover. Hoy vamos a entrar ya en la zona turística, el camino es bueno aunque repleto de gente. A los burros se unen ahora también yaks de carga, más preparados para el frío, y cientos de turistas. Al llegar a Muji, nos paran en una especie de peaje para cobrarnos una tasa de 2000 rupias (unos 16 euros) y un poco más adelante, los soldados del ejercito nepalí, se encargaban de cobrar otras 3000 rupias (24 euros) por entrar en el parque natural de Sagarmatha.  Esto sin contar las colas de guías que se montaban, porque los turistas  que venían por agencia estaban todos sentados esperando a que sus "mayordomos" les hicieran los trámites. Está claro que aquí se nota ya la comercialización del Everest, ojalá todo este dinero fuera a parar a la población nepalí, pero mucho me temo que al final los que sacan provecho de toda esta explotación son los cuatro de siempre, que no son precisamente unos necesitados.

Caravana de burros
En la ruta de hoy pasamos cerca de Lukla, pero  no era necesario subir hasta el pueblo y  en el cruce seguimos las indicaciones hacia Namche Bazar, una pequeña ciudad de montaña surgida precisamente por la cantidad de gente que llega hasta allí para hacer el trekking del Everest. Hoteles, restaurantes, tiendas, agencias y todo lo que un turista pueda necesitar han proliferado allí en los últimos años. Un rato antes de llegar a Namche a Edu le dio un pequeño bajón. Saqué unas chuches que llevaba en la bolsa y nos las tomamos a modo de pastilla revitalizante. Parece que funcionó porque, a parte de sabernos a gloria, se recuperó. Antes de entrar en la ciudad, nuevamente tuvimos que pasar otro control, con sus correspondiente cola, esta vez era para mostrar y sellar los documentos por los que habías pagado las 5000 rupias pertinentes anteriormente.

Namche Bazar
En Namche pasaremos dos días para realizar nuestra primera aclimatación a la altitud y luego ya nos desviaremos hacia Gokyo. Nos hospedamos en el Alpine Lodge, donde me dispongo a lavar la ropa en una pica. Inmediatamente aparece un señor del hotel  que me dice que lavar allí está prohibido, le pregunto que entonces dónde la puedo lavar,  In the river”, me contesta. Lo miro con cara de incredulidad mientras observo como llueve  por la ventana y le digo It's rainning.”I’m sorry , replica. Vale, entiendo, “¿Cuánto cuesta el servicio de lavandería?100 rupias la pieza , dice en inglés, a lo que resignado le entrego una bolsa con toda mi ropa sucia. Al menos sé que mañana la  tendré limpia y seca, por unos 8 euros. Por la ducha también nos cobran 500 rupias, otros 4 euros más.

ETAPA 5 J18/4 
ACLIMATACÍON (4.000m)

Al abrir la ventana de la habitación, nos encontramos una fantástica vista de las montañas. Era un día soleado y perfecto para tener una jornada tranquila de aclimatación. El objetivo era hacer una excursión para aproximarnos al máximo a los 4000 metros de altitud. Para ello hicimos una ruta circular hacia los pueblos de Kundhe y Kumjung. Nos lo tomamos con mucha calma y disfrutamos del paisaje y de los dos pueblos por los que pasamos. Nos paramos en una terraza para tomarnos un té masala y comernos unas galletas. Día sin estrés y sin la mochila cargada, perfecto para tomarse un respiro, antes de partir mañana hacia Gokyo. Durante la tarde aprovechamos también para comprar algunas cosas, encontramos una tienda donde vendían chocolatinas. Para Carlos parecía que habíamos descubierto una mina de oro, porque se volvió loco comprándolas a puñados.

De aclimatación 

En uno de los pueblos de la ruta



ETAPA 6 V19/4 Namche Bazar - Dole (4.040)
12km 3h30


Salimos a las 8:30 de la mañana, tras pagar unas 10.000 rupias por cabeza por nuestra estancia en el hotel, 80 euros aproximadamente. Hemos notado una bajada importante de nuestro cash desde que hemos entrado en la zona turística, tal y como nos predijo el "vikingo", unos precios ciertamente desmesurados para el país donde estamos. A partir de ahora, tendremos que economizar un poco, ya que el efectivo con el que vamos empieza menguar considerablemente. Le encomendamos la misión de contable a Carlos, que con sumo agrado y responsabilidad acepta el cargo. A partir de ahora, el control de los gastos va a ser exhaustivo.

A la salida de Namche, en busca de Gokyo


Durante unos kilómetros, saliendo de Namche, adelantamos a unos cuantos cientos de caminantes. Llegada la bifurcación hacia donde indica Gokyo la cosa se dispersa muchísimo. No es que no vaya nadie hacia allí, pero sí que el número de gente es mucho menor. La gran mayoría, obviamente, sigue al rebaño de la agencia a la que pertenece y se dirige por el camino más concurrido hacia el Campo Base. Nosotros nos dirigimos hacia Dole, que está ya por encima de los 4mil metros, previamente descendimos mucho para luego volver a subir. Nos habían dicho que el recorrido se hacía en unas 7 horas, sin embargo, nosotros, que hoy incluso pudimos correr a ratos, lo hicimos en 3h30. Disfrutamos bastante, a pesar de los desniveles acumulados. Ya no había tantos burros, ni gente, ni barro. 


Llegamos temprano a Dole, por suerte para nosotros, porque mientras estábamos comiendo cayó una nevada monumental. La tarde se hizo un poco aburrida, poco había que hacer, y el frío ya empezaba a notarse, las habitaciones estaban congeladas y no tuvimos otra que estar en el comedor esperando a que encendieran la estufa. Allí llegó también una expedición de diez personas de distintas nacionalidades, con sus porteadores cargando sus bolsones desmesurados y con un guía que les hablaba en plan profesor de guardería. A la que paró de nevar, salimos a dar una vuelta y aprovechamos para subir hasta una roca que estaba a 4200 metros, haciendo así también una pequeña aclimatación. La altitud ya se empieza a notar, pero la estamos asimilando muy bien.


Danielem y Eduardum en un momento de sopor

ETAPA 7 S20/4 Dole - Machermo (4.410)
6km 1h30

Como estamos ya en unas altitudes considerables, hay que respetar la norma de no subir más de 500 metros por día, además de ir haciendo pequeñas aclimataciones como las que hemos hecho. Por eso, el trayecto previsto para esta jornada era muy sencillo, Machermo está a ya casi 4.500m, así que ese tenía que ser nuestro objetivo de hoy. El pueblo estaba muy cerca, eran unos 6 kilómetros con una subida brusca y luego ya llaneaba hasta llegar allí.

No teníamos prisa, así que nos quedamos un rato más charlando con los propietarios del lodge, la mujer nos invitó a un té masala, mientras nos recomendaba/pedía que nos quedáramos en el lodge de un amigo suyo en Machermo y en el de su hermano en Gokyo. El hombre, más interesado en nuestro aspecto de corredor y de la ligereza de nuestras mochilas, nos pidió que le dejáramos probar ponerse una a la espalda. Sorprendido nos pidió también que le dejáramos unas gafas de sol de las que llevábamos puestas y , posando como un Nepalgrino, le pidió a su mujer que le hiciera una foto. No están muy acostumbrados a ver a gente que vaya sin guías ni porteadores, en autosuficiencia y tan ligeros de peso. Ni ellos ni nadie, porque, de hecho, la pregunta que más nos han hecho durante estos días es si estábamos entrenando para la maratón del Everest.

El hombre del lodge imitando el estilo de los Nepalgrinos


Hacemos todo el trayecto adelantando gente mientras cantábamos, de esta manera, como el camino era estrecho, nos oían venir y nos iban dejando pasar. Curiosamente de los caminantes que nos fuimos encontrando había varios vascos. Al oírnos hablar, se sorprendían y nos alentaban viéndonos pasar tan alegres. De hecho, compusimos una canción, que sería el himno oficial de los Nepalgrinos 2.0. Decía tal que así:

Los Nepalgrinos se han despertado,
se han "levantao" "congelaos" "congelaos", laos, laos.
Se ponen mallas, se atan las Xodus, otra etapa va a comenzar.
Suben a Gokyo, 5000 metros, su cabeza va a petar, va a  petar, tar, tar.
El camino es duro, pero no importa, les espera un gran resort. 
Miserias No!!!!


A esta altitud el ritmo medio ya se ve muy lento y muchos no están para monsergas. Nosotros, afortunadamente, íbamos muy bien y manteníamos un paso ligero. Así pues, en poco menos de 1h30 ya habíamos llegado al pueblo donde hoy nos tocaba descansar y realizar la aclimatación antes de llegar a Gokyo mañana. Siguiendo las indicaciones de la mujer de Dole, nos quedamos en el lodge de su amigo, no obstante éste tampoco pareció darle mucha importancia al hecho que viniéramos recomendados por ella.


ETAPA 8 D21/4  Machermo - Gokyo Lake (4.750m)
7k 2h06

Esta noche ha hecho mucho frío, bajo cero dentro de la habitación. Y eso que teníamos manta y colcha doble. Me he despertado con los labios inflados y morados. Los pies también se me han resecado del frío y tengo un ligero corte que me molesta. Nadie dijo que fuera fácil. Hoy vamos de Machermo a Gokyo. El camino es sencillo y muy bonito, aparece el paisaje nevado, con varios lagos congelados y un fondo de montañas impresionante.


Camino a Gokyo

Vamos como motos adelantando a todo el mundo que ha salido antes, incluidos todos los porteadores que salen muy temprano, tal es así que llegamos los primeros al pueblo. Y a pesar de eso, en el primer hotel en el que entramos ya no había habitaciones libres. Estaban todas reservadas. Fuimos al resort, que en realidad es una manera de llamarlo, porque de resort tenía bien poco. En las habitaciones hacía frío, aquí el frío es algo inherente, vayas donde vayas. El resort tenia lavabo propio en la habitación, algo muy poco común por estos lares, desgraciadamente no había agua en los grifos y tenías que usar un cazo para sacar el agua helada de un barreño que teníamos allí plantado.

A media tarde, con la niebla ya baja, subimos hasta 5000m, para hacer una aclimatación y preparar así el ascenso al pico mañana. La noche es muy fría, la cama esta congelada, me levanto como 5 veces al lavabo, supongo que de beber tanta agua.


Aclimatación a 5.000m


ETAPA 9 L22/4 subida a Gokyo peak (5360m)  
1h30 subida + 27 min bajada

Por la mañana nos levantamos paralizados por el frío. La gente sale a las 4 a.m, nosotros nos confiamos demasiado y nos levantamos a las 6:30 a.m. Ayer compramos unas pastas en una bakery con la intención de desayunar rápido. Quisimos acompañarlas con un café con leche y eso fue un error, porque en el resort tardaron mucho en servirnoslo. Al final salimos a las 7:45, arriba llegamos a las 9:15 cuando justo las nubes habían empezado a bajar. El ascenso es durillo, subes unos 600 metros en a penas kilómetro y medio, y la altitud por encima de los 5mil metros hace estragos, cuesta mucho respirar y avanzar rápido se hace harto difícil. Marco un ritmo constante, que aunque parece lento, se ve muy rápido en comparación con otros trekkers que también buscan el pico. Dani, hoy sufre más de la cuenta y se queda un poco atrás, pese a que también mantiene un ritmo constante. Antes de llegar, nos cruzamos con un caminante que ya bajaba, probablemente alemán, que harto de que lo adelantáramos cada día cantando, nos dijo con cierto tono de burla "Too later today". Se refería precisamente a que el tiempo estaba empezando a cambiar y puede que, por muy rápido que fuéramos, ya estábamos yendo demasiado tarde. Un poco lo que vendría a ser "la fábula de la liebre y la tortuga". El caso es que a Eduardum ese comentario no le sentó demasiado bien y ya avisó diciendo, "Chavales, me parece que mañana vamos a tener que volver a subir, pero más pronto". 


haciendo cumbre en Gokyo Ri

Vistas de los ochomiles, con las nubes amenazando

Una vez arriba, a 5360 metros, estuvimos un par de horas, y desde allí pudimos observar como las nubes empezaban a tapar las montañas más emblemáticas del Himalaya. Estaban todas ahí, enfrente nuestro: Cho Oyu (8.201), Lohtse (8.516m), Makalu (8.481m), Ama Dablam (6.812m) y por supuesto el Everest (8.848m). Sin embargo, como era previsible, no quedamos plenamente satisfechos con las vistas, puesto que el cielo no estaba del todo despejado y se habían empezado a tapar las cumbres de estos colosos. Bajamos rápido, en menos de media hora. Al llegar, aprovechando que aún veníamos con el sofoco de la carrera nos dimos una ducha exprés de agua fría.  Bueno, más que una ducha, podríamos decir que nos tiramos agua helada por encima. El resto de la tarde la pasamos en la salita de estar, bien calentitos. A la hora de ir a dormir las habitaciones son auténticas neveras bajo 0. En el comedor obviamente dejan de echar leña a las 20h y también hace frío, así que nos retiramos a nuestros aposentos. Decidimos que mañana, antes de iniciar el camino de vuelta, volveríamos a subir al pico, pese a que esta vez madrugaríamos un poco más. Me levanté 4 veces a orinar. Entre el frío y la altitud uno empieza a perder la moral.
ETAPA 10 M23/4 subida 2 y vuelta a Dole (4.040m)
Gokyo 1h28 + 43
Machermo 7km 1h50
Dole 6km 1h20 total 3h14
Nos ponemos el despertador a las 5a.m. Antes de que sonara yo ya estaba deseando levantarme de aquel congelador, la colcha y las sábanas estaban heladas. Aparecemos los cuatro en el comedor abrigados hasta las orejas, encogidos de hombros y echando vaho por la boca al respirar y al hablar, si bien hablar hablábamos poco. Tengo esa imagen grabada a fuego en mi memoria. A pesar de que se hace muy duro, desayunamos y volvemos a por el pico. Es pronto, a penas las 6 a.m, sale el sol y hace un día fantástico, el cielo está completamente despejado. Vamos hasta el sendero por donde se inicia el ascenso. Tengo las manos congeladas y me cuesta motivarme para volver a subir. Hoy Danielem, sin embargo, sí parece que está motivado y para resarcirse de las malas sensaciones que tuvo ayer, se lo toma como una revancha personal y tira fuerte. Carlos se pega detrás mío, confiando en mi experiencia y Edu viene también a la zaga. La penosa pendiente en constante ziga-zaga se hace un poco pesada y cada 100 metros de desnivel me paro y tomo aire durante un minuto, para irme aclimatando. Coronamos la cumbre un poco más rápido que ayer, y al final vale la pena llegar arriba y ver con suma claridad todos los picos. Estas vistas dan sentido a toda la aventura y es como la culminación de todo el esfuerzo realizado. 


Señalando el Everest


Segunda cumbre, hoy sí, con un día despejado


Una vez hechas la fotos de rigor, bajamos hoy un poco menos alocadamente, vamos al hotel y recogemos bártulos. Antes de las 10 ya estamos con la mochila cargada y camino de vuelta, ya con bastante fatiga acumulada. La idea es llegar a Lukla en tres días. 

El camino se hace más duro de lo esperado, vamos cansados, pero queremos avanzar. Volvemos por un camino que ya conocíamos, pasamos por Machermo y seguimos adelante. Los constantes sube y baja nos van minando las fuerzas que hemos gastado en parte en el ascenso de esta mañana a Gokyo. Dani y Carlos se escapan y los vamos viendo a lo lejos. Al llegar a un valle, les gritamos de una punta a la otra, para decirles que nos vemos en Dole. La última bajada es muy pronunciada y un poco dolorosa a nuestras maltrechas piernas. Llegamos por fin, y de nuevo nos alojamos en el mismo sitio de la otra vez. La mujer nos pregunta si fuimos al lodge de su hermano en Gokyo. Lo cierto es que lo vimos y no tenía muy buena pinta. Si ya nos decantamos por el resort, que en teoría era de lo mejor, y pasamos un frío de mil demonios, no quiero imaginarme en el del hermano. Sin saber muy bien qué decir balbuceamos una excusa que creo resultó poco convincente, "Eeeeeh, bueno, no, pero fuimos al lodge de tu amigooo...


ETAPA 11 X24/4 Dole-Namche (3.440)
12km 3h 22


Un momento de relax, mientras atravesamos un pueblo


El circuito se las traía, puesto que al salir de Dole llaneamos un rato, luego bajamos mucho y la subida posterior fue terrible. Nos tocó apretar los dientes para recortar nuevamente el tiempo estimado de llegada a la mitad. Una vez en Namche realizamos el trámite del cambio de vuelo. Era nuestro objetivo principal, lo teníamos para el día 27 y queríamos avanzarlo al día 26. Fuimos a una agencia de la compañía del vuelo, allí nos dijeron que el cambio había que hacerlo directamente en Lukla. La respuesta no nos convenció mucho, así que Eduardum mandó un mail. El "Buda gordo" (el Dios al que los Nepalgrinos encomendamos nuestra suerte) nuevamente nos sonrió, porque recibió una respuesta inmediata diciendo que sí había plazas disponibles y que teníamos billete para el día solicitado a las 9:30. Lo celebramos a lo grande porque si todo iba bien ganaríamos un día de margen, por si las moscas.   



En el hotel conocimos a un español que vivia en California trabajando en una plantación de Marihuana. Nos explicó las peripecias que tuvo que pasar para coger el avión de Katmandú a Lukla, "Una experiencia que no se la deseo a nadie"nos dijo. Cancelaciones, cambio de aeropuerto, varias horas de jeep hasta llegar al otro aeropuerto, retrasos, más retrasos, horas y horas de espera, lucha sin cuartel por conseguir un sitio en el vuelo. En fin, nada nuevo que ya no nos hubieran contado antes. Cada vez estábamos más satisfechos de la decisión de haber venido desde Phaplu, evitando el vuelo de ida. Aunque ahora, para regresar, si que nos iba a tocar pasar por el embudo de Lukla.
Era un chaval majo, le dije que me notaba un poco resfriado y me ofreció algo para curarme.Yo, sabiendo donde trabajaba, me temí que fuera otra cosa, pero finalmente me sacó un Frenadol. Carlos en su dinámica de "culo veo culo quiero" le pidió otro para él.

ETAPA 12 J25/4 Namche-Lukla (2.800m)
19km 4h

Empezamos bajando como locos, adelantando a todo lo que se nos ponía por delante por izquierda y derecha. Cientos de turistas con sus porteadores y guías se aglomeraban en un camino abarrotado de yaks y burros de carga. La tensión era palpable, a los porters parecía que no les gustaba que fuéramos mucho más rápido que ellos, e incluso alguno se puso a correr detrás nuestro con toda la cacharrería encima. Los que se encargaban de dirigir a los burros y yaks a palazos, también hacían lo posible por dificultarnos el paso, haciendo en ocasiones acelerar a las pobres bestias para que nos cerraran. Durante más de dos horas esa fue nuestra dinámica, un tanto estresante, por las dificultades técnicas del camino, bajada en muchos tramos, estrecho, lleno de piedras y escaleras. 


Una escena típica de estos caminos

Una vez adelantamos a todo aquél que había salido antes que nosotros de Namche, pasamos los controles de los permisos. Y parece como que nos relajamos. Atravesamos un par de pueblos, caminando más tranquilos. De repente, la segunda parte del camino empezaba a subir, a subir y a subir. Piedras y escaleras empinadas, empezaban a hacernos sudar la gota gorda. La terrible humedad y el desnivel sumado a la fatiga muscular que llevábamos nos hicieron sufrir mucho. Al final Dani decidió salir del letargo en el que nos habíamos sumido y dio un acelerón. Incrementamos el ritmo todo lo que pudimos, con la idea de llegar en 4h a Lukla, teniendo en cuenta que los carteles indicaban 10h. La última y prolongada subida se me hizo eterna. Al fin cruzamos un arco que indicaba que habíamos llegado. Fuimos a confirmar los vuelos de mañana y a alojarnos en un hotel que estaba bastante bien. 


Cartel indicando que el tiempo estimado del trayecto son 10h. Nosotros lo hicimos en 4h.


Llegamos pronto y aún no había mucha gente en las calles. Comimos, nos duchamos y fuimos a ver como aterrizaban y despegaban los aviones. Allí estaba aún, tapada de mala manera con unas lonas, la avioneta que se había estrellado unos días atrás y que le costó la vida a 3 personas. Debo decir que viendo aterrizar y despegar los vuelos, parecía que los pilotos dominaban bastante el poco espacio del que disponen para realizar las maniobras. Lo curioso es que eran las 16h y aún salían aviones. Fuimos luego a una bakery a tomarnos un café y una pasta. Y allí conocimos dos vascos, a Victor y su hijo de 15 años. Con ellos estuvimos compartiendo experiencia de los días en ruta. Ellos no habían tenido tanta suerte con cambiar los billetes de avión y tenían que esperar tres días para poder salir de allí.


V26/4 Lukla Airport. 


Aeropuerto de Lukla


Capítulo aparte merece el considerado aeropuerto más peligroso del mundo. Cuenta con una única pista de 400 metros en pendiente. Para aterrizar, en subida, con una pared como final de trayecto, y para despegar, en bajada, con un un barranco como límite para empezar a volar. Pero quizá lo que lo hace aún más temerario son las condiciones climáticas que provocan las enormes montañas que lo envuelven. Todo allí es relativo, no hay horarios, ni siquiera sabes si podrás volar ese mismo día. Nosotros teníamos teóricamente el vuelo a las 9:30 de la mañana. Carlos insistía en madrugar, si por él fuera, nos hubiéramos levantado cada día a las 3 de la mañana. La realidad es que cuando ayer fuimos a confirmar los billetes, la chica ya nos dijo que con que estuviéramos allí unos minutos antes bastaba. Lo decía, claro está, con conocimiento de causa. Cuando llegamos al aeropuerto, un rato antes de la hora, no había personal en las taquillas de ninguna compañía. Había colas de gente, no demasiada y , obviamente, allí al no atenderte nadie en taquillas de facturación, no se avanzaba ni un milímetro. También había montones de enormes bolsas de los grupos con agencia, tiradas todas por el suelo. Y luego, por allí revoloteaban unos curiosos personajes, jóvenes en su mayoría, que te ofrecían colarte a cambio de dinero. Teniendo en cuenta que en las avionetas caben unas quince personas, las posibilidades de quedarte fuera del embarque son considerables. Lo de la hora que marca el billete es para las risas, allí estábamos mezclados los de las 9, 9:30, 10... una broma, vamos.

La avioneta que se estrelló hace unos días

Aquí todo funciona así, mientras no salen vuelos nadie atendiendo, nadie informando y las bolsas y las personas se van acumulando alrededor de las taquillas de las tres compañías que allí operan. Empezó a pasar el tiempo y ya eran cerca de las 12, cuando de repente apareció personal en la taquilla, eso provocó el caos más absoluto. Todo el mundo peleando por ganar una posición, alzando la mano con el pasaporte y el billete, al estilo de la bolsa en el Wall Street de los 80. Pero aquí los que manejan el cotarro nuevamente son los guías de las agencias, los temidos “mayordomos” aparecen de la nada con diez pasaportes en la mano y como el que no quiere la cosa te cuelan a todo su grupo con todo el rostro del mundo. Y así, nos quedamos todos con cara de póker al ver pasar a un grupo de indios que iban con cierto aire de superioridad, pero cabizbajos por la “vergüenza” de ser abucheados por el resto de pasajeros que estábamos esperando. Los otros pajarracos que ofrecían colarte, también metieron a algún que otro turista, entre ellos a uno muy antipático y gruñón que teníamos justo delante y que no paraba de meterme mochilazos como si su espacio vital fuera de cinco metros cuadrados. Total, que en menos que canta un gallo el avión se había llenado.

Esperando el avión en Lukla

Tras entrar éstos en otra sala y quedarnos el resto fuera, esperando, desaparece la atención en la taquilla y todo vuelve a la calma. Lo curioso es que no se oye ningún avión despegar ni aterrizar desde hace horas. Algo ocurre. Le preguntamos a un operario que pasa por allí y nos dice que los vuelos están cancelados por el viento hasta nueva orden. La cosa pinta mal, sin embargo nos anima pensar que ayer vimos despegar aviones hasta pasadas las 16h. Decidimos tomárnoslo con calma y nos vamos al bar del aeropuerto. Allí una chica nos prepara una tortilla de patatas y queso que estaba de rechupete. Bueno, al menos hemos comido y eso siempre amansa a las fieras. En la cola congeniamos con Manu, un mallorquín muy de nuestro estilo y que tiene visos de ser el quinto Nepalgrino. En un momento que Dani había salido a comprar y estábamos todos bastante dispersos, de nuevo apareció personal en la taquilla. Otra vez se forma el revuelo, pero ahora no vamos a dejar que se nos cuelen, Carlos se lanza en plancha cuando oye Four people to Kamandú?”. Llamamos a Dani por teléfono “¡Corre que entramos!.  Uno de los pajarracos intenta colarse de nuevo  y Carlos pega un grito ¡¡No!!, le dice  mientras  agita el dedo indice en señal de negación. El chaval, que luce una cazadora estampada al estilo militar, lo mira con cara de desafío, aunque finalmente se echa para atrás.

Superamos ronda, ya tenemos el billete facturado y vuelo asignado, lo que significa que si salen aviones hoy podremos volar. Pasamos el arco de seguridad, donde curiosamente, nos revolvieron la mochila y nos dicen que no podemos entrar con los palos de trekking en la bolsa de mano. Son de los que se pliegan y hemos superado todos los controles de los vuelos internacionales  hasta ahora y aquí, en el avión que va y viene al trekking del Everest, no nos los dejan pasar. Curioso. Tampoco hay mucho problema, porque los facturamos a parte, en una especie de  saco de patatas que se ha comprado Dani. Los policías no podían creer que sólo lleváramos una mochila tan pequeña y les tuvimos que explicar que íbamos corriendo en modalidad ligera Running, running”, les decíamos mientras se reían. Pasamos a una sala de embarque que estaba abarrotada de gente, unas 150 personas, por lo que se deduce que hoy no había despegado ningún avión. Allí también estaban los soberbios indios que iban con la agencia y el gruñón que había pagado por colarse. 

Al rato se oye el estruendo de una avioneta aterrizando, a lo que todo el mundo empieza a aplaudir. Inmediatamente otra y otra... se desata la locura, parece que se ha abierto el tráfico aéreo de nuevo y  ya llegan las avionetas desde Katmandú. Ahora sí que vamos a poder salir de allí hoy. En el primer avión de Tara, nuestra compañía, entran los “colados”; en la segunda ya vamos nosotros. También ha entrado Manu, por los pelos, gracias a que Carlos lo avisó y pudo entrar en el corte en el último momento. Eran alrededor de las 15h cuando por fin subimos a la avioneta. Aquello parecía una atracción de feria, todo el mundo chillando y grabando con los móviles, la pobre azafata que tenía que moverse agachada entre los pasajeros mientras repartía unos caramelos no decía nada al respecto, y lo de abrocharse el cinturón por lo visto es opcional. Arrancamos entre gritos, aplausos, aullidos y todo tipo de alaridos. Al borde del barranco el avión se eleva camino a la capital, a la que llegaremos en a penas media hora, atrás quedan ya las enormes montañas que nos han acompañado estos días.





Día de Turismo y vuelta a casa


Los Nepalgrinos y Manu, el mallorquín, cogiendo un taxi
Celebramos el fin de la aventura con una buena cena en Katmandú. Previamente habíamos podido descansar en el hotel y tener una ducha decente con agua caliente. Estas son las cosas que parecen tan obvias en nuestra vida cotidiana y que cuando estás allí arriba perdido en un lodge de mala muerte tanto echas de menos. Si bien, el tema lavabo en Nepal lo tienen un poco, digamos, “descuidado”. Al día siguiente pudimos disfrutar de un día de turismo, al que también se unió Manu. La noche concluyó con un concierto en directo en una discoteca. Fue el broche perfecto a nuestra aventura nepalgrina. Pero todavía quedaba una pequeña sorpresa, el vuelo de Katmandú salió con retraso y cuando llegamos a Dubai no nos dejaron hacer el enlace con el vuelo a Barcelona. Tuvimos que pasar la tarde y la noche en Dubai, al principio no nos gustó nada la idea y nos enfadamos bastante, aunque luego, ya más tranquilos, pudimos disfrutar de una buena cena en el hotel que nos pagaron y un paseo por una ciudad que, con sus ostentosos lujos y toda su artificialidad, seguramente nunca hubiera visitado de otra manera. Fue un buen filtro antes de volver a casa, pasamos de la precariedad de una ciudad al derroche de otra totalmente opuesta. En medio está mi mundo, un mundo al que cada vez que viajo más me gusta regresar.


Katmandú


Nepal

1 comentario:

  1. Amazing story. Inspiring and funny—I felt like I was there with the Nepalgrinos. Gracias por compartir la aventura Ricard!

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