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domingo, 14 de noviembre de 2010

10ª ETAPA: MELIDE-PEDROUZO


“10ª etapa: Melide-Pedrouzo, es una pena que esto se acabe…”
Jueves 14 de octubre 2010

La ráfaga de luz que me daba en la cara cada vez que alguien abría la puerta de la habitación acabó por despertarme. Por el movimiento que había supuse que ya eran las 7. Me puse a escuchar un poco de música con los cascos mientras la gente iba partiendo. Hoy me dolía un poco la rodilla por la tralla que nos dimos ayer, así que me levanté y me puse Radiosalil y una rodillera que me compré en la farmacia. A la que nos vestimos y preparamos la mochila nos fuimos a desayunar al bar de al lado. Ya se ha convertido en una tradición comernos unas buenas tostadas con mantequilla y mermelada mientras, como cada mañana, hacemos broma imitando a Eduard Punset y asintiendo con la cabeza con cada frase que nos dicen. Esta forma de hablar tan peculiar se está convirtiendo en algo ya habitual en estos días tan divertidos. Para descargar un poco de adrenalina hoy tuvimos una pequeña discusión de hermanos. Lo bonito es que en menos de un minuto el asunto se había zanjado con un abrazo que todavía nos unió más.
Una vez dispuestos empezamos la ruta de 33km hasta Pedrouzo. Hoy comenzamos los tres juntos, parecía que iba a ser un día tranquilo… nada más lejos de la realidad. Dani pronto empezó a dar los primeros avisos con un ligero incremento de ritmo. Al rato Raúl tomó la iniciativa y se escapó ligeramente conmigo detrás. Tuvimos un par de kilómetros de ritmo alegre, pero creímos que era demasiado pronto para ir tan rápido, así que aflojamos. Evidentemente, Dani, como buen diésel que es, venía a su ritmo constante por lo que no tardó en pasarnos. Nuevamente me enganché detrás suyo mientras Raúl cedía unos metros en las subidas. Durante un buen rato acompañé al corregrino ‘tractorcillo’ mientras adelantábamos a montones de peregrinos, trurigrinos y todo lo que se ponía por delante. La gente no para de animarnos y cada día montamos un auténtico espectáculo con nuestras persecuciones. Hoy ha sido increíble porque cuando pasábamos por los bares donde algunos paran a reposar y tomarse algo en las terrazas, se ponían todos en pie a aplaudirnos y a animarnos. Empujados por el ambiente y por los caminos que discurrían entre una preciosa arboleda, empezamos a cantar “volando voy, volando vengo, vengo… Volando voy, volando vengo… Por el camino yo me entretengo”, era una forma de avisar que veníamos lanzados y que la gente se fuera apartando cuando pasábamos. Llegamos a una zona de bajada y Raúl, el cabra loca, apareció como una exhalación a nuestra vera. Durante un par de kilómetros permanecimos más o menos juntos, metro arriba, metro abajo. Pero al llegar de nuevo a una bajada, Raúl propinó otro hachazo muy fuerte. De nuevo rompió el grupo, yo le seguí a unos metros y Dani se quedó atrás. Pasando por el kilómetro 16 Raúl había adquirido una ligera ventaja, incluso obligó a apartarse a un tractor que iba por delante de él obstruyéndole el paso. Cuando llegó la subida le fui recuperando distancia poco a poco. Cuando lo atrapé se enganchó a mi y me propuso una tregua… pero los motores ya estaban en marcha, me sentía bien y tenía ganas de seguir disfrutando a esa velocidad, así que mi respuesta fue una sonrisa acompañada de un “yo así voy bien”. Antes de llegar al kilómetro 20 Raúl aún me volvió pillar un par de veces más, es increíble lo rápido que se ha adaptado a correr tantos kilómetros con mochila, de hecho, recuerdo que me contó que una vez, en año nuevo, sintiéndose mal por haber cogido su primera borrachera de adolescente, salió a correr 44km sin parar. Su madre, preocupada, llegó a llamar a la policía.
Dani no tardó en hacer acto de presencia, cuando nos atrapó espetó “recordad que yo soy un tractor diésel”. Nuevamente siguiendo mi estrategia de hoy de no dejar escapar a nadie me enganché detrás suyo mientras Raúl, agotado, empezaba a ceder. Era tal el ímpetu que llevábamos que nos comimos unas barritas energéticas sin parar de correr, en las primeras etapas solíamos parar un rato, ahora hemos evolucionado y ya no necesitamos descansar. Dani tuvo un arranque y en una de las subidas puso la reductora y se me escapó ligeramente. Durante 3 o 4 km me mantuvo una distancia de unos 10 segundos. Cuando llevábamos 27 km decidí ir a por él y al pasarlo le dije en tono de broma “nunca infravalores a un TDI”. Lentamente fui cogiéndole metros y la verdad es que me sentía muy bien, subía fuerte, con pasitos cortos, imitando el estilo de Dani y en las bajadas me lanzaba al estilo de Raúl. Los kilómetros discurrían en torno los 4’30/km en las zonas planas, obviamente íbamos más lentos en las subidas. Por fin, llegamos al pueblo de destino y nuevamente nos habíamos pegado una auténtica paliza con una mochila a cuestas. Habíamos completado los 33km en un circuito muy duro e irregular en menos de 3 horas.
Al llegar al albergue notamos un notable incremento de turigrinos, había mucha gente en la puerta esperando que no tenían mucha pinta de estar haciendo muchos kilómetros caminando, muchos llegan en taxi o en autobús. Hubo uno, muy gracioso, con un gorro de espantapájaros en la cabeza que incluso se atrevió a decirnos que él caminando había llegado antes que nosotros “tanto correr, tanto correr y mira yo caminado os he adelantado… correr es de cobardes”… Este vendría a ser lo que se denomina un ‘fantasmagrino’.
Hoy hemos tenido una sensación muy agradable porque hemos recibido montones de felicitaciones de la gente y peticiones para hacerse fotos con nosotros. La verdad es que nos hemos hecho muy populares y muchos peregrinos admiran el valor que hemos tenido haciendo los 311km de León a Santiago corriendo con 7 kilos extra en la espalda. Nos instalamos en el último albergue donde vamos a dormir, ya que mañana tenemos alquilado un apartamento en Santiago, lavamos la ropa y, como siempre tuvimos una recompensa en forma de manjar. Porque el Camino también puede ser un buen sitio para disfrutar de la buena comida. Para mañana hemos reservado una mini-etapa de unos 18km para hacer nuestra entrada triunfal en Santiago en óptimas condiciones. Estamos muy contentos con nuestra experiencia y todos notamos que nos hemos hecho más fuertes. Es una pena que mañana se acabe.

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