“7ª etapa: Triacastela-Barbadelo, ¡directos a Santiago!”
Lunes 11 de octubre 2010
Lunes 11 de octubre 2010
Me puse los cascos para escuchar un poco de música antes de levantarme. Hice un poco de estiramientos mientras permanecía aún tumbado en la cama. Es inevitable, cada mañana, hacer una revisión del estado de las piernas e intentar comprobar si ha cesado la tendinitis en las rodillas. Como es normal seguía notando las molestias, pero ya no me importó. Al rato nos levantamos los tres y empezamos a preguntarnos los unos a los otros que cómo estábamos. Eran casi las 8 y aún era de noche, salimos del albergue y nos fuimos a desayunar. En el trayecto hasta el bar pudimos comprobar que hoy nuevamente tendríamos que sacar el chubasquero… por algo estamos en Galicia.
A las 9 tocó ponerse a correr. Empezamos todos con sensaciones dispares, así que otra vez nos separamos. Dani era hoy el que más afectado estaba ya que aún le dolía bastante el pie izquierdo. Yo fui el primero en calentar y poco a poco fui dejando atrás a mis compañeros. Los primeros kilómetros iba muy despacio y notando bastante dolor en la rodilla. Durante más de una hora estuve adelantando a peregrinos.. El primer tramo era un ascenso que transcurría por un terreno bastante complicado, con muchas piedras. Tuve un momento de euforia al pasar el km 10, de repente me vi solo corriendo por un camino idílico en un entorno inigualable. Durante un buen rato dejé de notar la tendinitis y empecé a apretar, a sentirme bien. Grité un par de veces como señal de bienestar… “Uépaleeeee”… me sentía libre, feliz. Al enfilar una carretera comarcal por donde discurría el Camino noté que iba muy ligero, así que me cronometré un kilómetro. Me tomé 4’38. Por un momento parecía que no me dolía nada, que no cargaba con una mochila en la espalda y que no llevaba ya 200km de Camino en las piernas. Tuve un instante de locura transitoria y fui saludando a todas las vacas que había pastando al lado de la carretera “¡buenos días, señora vaca!” les decía. Llegué muy pronto a Sarria, lugar donde empiezan el Camino muchos ”turigrinos”, dicen que a partir de ahora todo se vuelve un poco más comercial . De repente unas largas escaleras en pleno recorrido urbano me cortaron el ritmo. Me costó horrores subirlas, la rodilla empezó a resentirse y tuve que aflojar inevitablemente. Luego una bajada muy empinada acabó de rematarme y mi gesto de felicidad se tornó una mueca de dolor. Los últimos 3km me tuve que concentrar mucho para mantener un buen apoyo y no cojear demasiado. Afortunadamente, la etapa de hoy era solo de 24km y pronto pude llegar a Barbadelo y sentarme en las escaleras del albergue municipal a esperar a mis compañeros.
Hacía un sol muy agradable y mientras hablaba con unos peregrinos que venían desde el centro de Francia caminando, Raúl apareció en el horizonte alzando los brazos. Me contó que había entrado a un supermercado a comprar unos plátanos y que al salir le pitó la alarma de la puerta… dice que levantó las manos, con un plátano en cada una, en señal de rendición y que la gente al verle con las pintas que llevaba, no pudo más que partirse de risa. Dani tardó un poco más y aunque llegó con una sonrisa en la cara, el pobre había sufrido bastante durante todo el trayecto por culpa de su sobrecarga en el pie. La verdad es que estamos todos un poco preocupados por su lesión.
Hacía un sol muy agradable y mientras hablaba con unos peregrinos que venían desde el centro de Francia caminando, Raúl apareció en el horizonte alzando los brazos. Me contó que había entrado a un supermercado a comprar unos plátanos y que al salir le pitó la alarma de la puerta… dice que levantó las manos, con un plátano en cada una, en señal de rendición y que la gente al verle con las pintas que llevaba, no pudo más que partirse de risa. Dani tardó un poco más y aunque llegó con una sonrisa en la cara, el pobre había sufrido bastante durante todo el trayecto por culpa de su sobrecarga en el pie. La verdad es que estamos todos un poco preocupados por su lesión.
Aprovechando que estamos en Barbadelo, hicimos un examen del estado de nuestras barbas. Antes de iniciar el Camino, decidimos no afeitarnos durante un par de semanas para darle un toque más exótico al reto. Debe hacer unos diez días que no usamos la cuchilla y, la verdad, es que nuestro aspecto empieza a ser el de unos auténticos ermitaños. Raúl es el que tiene una barba más cerrada, muy densa y con un tono rojizo, es posible que el pirata Barbarroja fuese antepasado suyo. Dani tiene una barba más propia de un mosquetero, con un ligero retoque podría acompañar a Dartañán en sus andanzas. Mi barba yo no sabría calificarla, quizá ni siquiera tenga la categoría de barba, yo lo dejaría más bien en pelusilla facial. Cuando vuelva a Barcelona estoy por dejarme el bigotillo de Cantinflas este que me sale.
Para celebrar esta nueva etapa y que ya estamos más cerca de Santiago, aprovechamos nuestra estancia en esta aldea para comer bien y tomarnos unos chupitos para recargar energía… la cara de Raúl al bebérselo no tuvo desperdicio.
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