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lunes, 15 de noviembre de 2010

LA VUELTA A LA JEAN BOUIN


LA VUELTA A LA JEAN BOUIN
Lunes 15 de Noviembre 2010


La semana antes de correr en mi primera Jean Bouin, hace ya más de 20 años, me presenté en el cross de Manresa como un infiltrado. Era un niño futbolista que había ganado una carrera escolar y que sentía curiosidad por el mundo del atletismo. Llevaba unos pantalones de futbolero negros y una camiseta de los Cazafantasmas que, por aquella época, me había tocado de premio en el tapón de una coca-cola de 2 litros. Recuerdo que tras el pistoletazo de salida empecé a correr como si se me llevaran los demonios. Mediada la carrera me adelantó un niño que llevaba unas zapatillas de clavos y yo, ciertamente, me quedé impresionado de aquellas “bambas con pinchos”. Aguanté el tipo en segundo lugar hasta la recta de llegada, una recta de hierba escarchada por el frío. Debido a mi inadecuado calzado y a mi notable cansancio empecé a patinar al intentar desesperadamente evitar que me superaran dos rivales que pugnaban por atraparme en los últimos metros. Al final me di de bruces contra el suelo, a escasos metros de la línea de llegada, tras una caída progresiva y un tanto cómica. Crucé la meta en cuarto lugar a rastras. Fue entonces cuando, tras haberme quedado fuera del podio y estar en la grada comiéndome un bocadillo, escuché la pregunta: “¿vas a correr la Jean Bouin la semana que viene?”. Los demás niños hablaban de la Jean Bouin como un acontecimiento de grandes dimensiones, la carrera más prestigiosa del año. Yo, embaucado por tanto énfasis y tanta emoción, decidí seguir haciendo atletismo unos días más y probar de correrla.

Una semana más tarde ahí estaba yo, en una multitudinaria salida, impresionado por el ambiente de aquella carrera tan importante de Barcelona. Mi estreno en la Jean Bouin fue un tanto peculiar, puesto que debido a la emoción y a las ansias de correr se produjo una falsa salida de unos 20 o 30 niños en la que me vi involucrado. Yo, como un “pardillo” que era, me puse a correr tras ellos y obviamente, como en Manresa, poco tardé en adelantarlos y ponerme en primer lugar. Cuando ya llevaba un rato corriendo nos mandaron parar anunciando que no valía y que teníamos que volver al punto de partida, junto con el resto de participantes, a esperar que se diera correctamente la salida. Una vez se dio el pistoletazo, exhausto como estaba, me morí y no pude más que quedar el 25 en la carrera infantil. Este pequeño fracaso me motivó a estar al año siguiente de nuevo allí, ya en categoría cadete y mucho más preparado. Esta vez conseguí un meritorio segundo puesto, aunque estuve casi tres cuartos de carrera escapado en primer lugar. La temporada siguiente, también como cadete, obtuve un 4º lugar en una extraña carrera en la que, siendo más prudente, me quedé en el grupo de cabeza sin intentar escaparme. Pero cuando quedaban unos 800 metros apareció de la nada un chaval que nos adelantó como una exhalación provocando un sprint masivo e incontrolado que no supe gestionar demasiado bien. Luego resultó que ese chico se había retirado a los pocos metros de salir y, tras una cruzada de cables, no se le ocurrió otra cosa que meterse de nuevo en la carrera y empezar a esprintar. Declaró posteriormente que lamentaba mucho lo que había hecho y que al ver la posibilidad de sentir que entraba primero en meta se dejó llevar por un ataque de locura transitoria.

Ya no volví a participar en la Jean Bouin hasta pasadas varias temporadas donde tomé parte en los 3 años en los que pertenecí a la categoría sub-23. Eran 2 vueltas al circuito grande, con unas subidas tremendas. El primer año sólo pude quedar 7º. Luego fui nuevamente 2º, tras Triviño. Y por fin, como último año de sub-23, pude conseguir la victoria imponiéndome a José Luis Blanco en el último kilómetro. Como senior y como profesional nunca la volví a correr , por unas circunstancias o por otras siempre la acababa descartando de mi calendario. Ahora, transcurridos los años y siendo un atleta popular, vuelvo a disfrutar de aquella sensación de cuando era niño y empezaba a correr. Por eso creo que ha llegado el momento de volver a la Jean Bouin.

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