LA BARRERA DE LAS LESIONES
Son tan inesperadas como indeseadas, inoportunas, desafortunadas e inconvenientes, pero ahí están, siempre al acecho, las lesiones. Quería haber acabado el 2010 corriendo la Sant Silvestre de Girona, pero una contractura muscular me lo ha impedido. Al final, el único Canet Racer que corrió las dos carreras previstas para estas fechas fue el duro e incombustible “Corregrino Danielem” (Daniel Martínez), mención aparte para este fenómeno que no para de mejorar día a día. Para mí no era un objetivo principal, pero si es cierto que me hacía ilusión acabar el año con buenas sensaciones. Estos poco más de 5 km de carrera en Girona me motivaban bastante, sobre todo porque podía optar a conseguir un muy buen resultado y porque necesitaba desquitarme de la mala experiencia en Riudellots.
Precisamente fue allí, en Riudellots, en mi última competición, donde noté un pinchazo agudo en el músculo gastrocnemio de mi pierna izquierda, más conocido como gemelo. Aún me faltaban 400 metros para llegar pero pude soportar el dolor hasta la meta, aunque luego me pasé el resto de la tarde cojeando. En un principio, creí que podría recuperarme para correr el día 31, pero, a pesar de todos mis intentos mediante hielo, masajes y corrientes, no lo conseguí. En fin, así pues, no me ha quedado más remedio que aceptar la situación y pensar en carreras venideras.
Afortunadamente no me jugaba nada y ciertamente ha sido fácil asimilar la lesión. Creo que una forma de tener margen de maniobra en la planificación de un año deportivo, es marcarse un gran objetivo y luego ponerse pequeños retos. Por ejemplo, en mi caso, la meta principal de este, ya pasado, 2010 era bajar de 32 minutos en los 10km. Ese propósito lo cumplí en la cursa dels Bombers de Barcelona (31’53”), pero bien podría haberlo conseguido en cualquier otro lugar. Si la finalidad principal de la temporada es una competición concreta y no podemos correrla por lesión, también podemos intentar substituirla por otra de similares características, es la suerte del atletismo popular… tenemos cientos de carreras y posibilidades, nadie nos exige nada y corremos para nosotros mismos. El resto del planteamiento es intentar siempre desafíos que nos podemos ir proponiendo en función del estado de forma y de las circunstancias de las carreras en las que vamos participando durante la temporada. En ellas podemos ir buscando un puesto o una determinada marca que forme parte de la preparación para el gran objetivo. Siempre hay que intentar conseguir resultados que estén dentro de nuestros límites y posibilidades, pero que tengan un grado de dificultad suficiente que nos motive. En este contexto de flexibilidad es más fácil asumir una lesión y superar con más serenidad esa barrera con la que a veces tropezamos en nuestras pretensiones. En primer lugar, sentimos incredulidad, negativa a aceptar la lesión, para luego, una vez confirmada, enfadarnos. Una vez superado el trauma, se reconoce la lesión y se puede caer en el decaimiento anímico. Por último llega la aceptación y la resignación hasta llegar a la recuperación. Este proceso es mucho más rápido si podemos encajar la lesión dentro del plan general de la temporada y readaptar el calendario a este imprevisto.
En definitiva, con todo este rollo lo único que quiero decir es que no se acaba el mundo por una contractura muscular y que lo que cuenta es el propósito de seguir adelante y aprovechar para, por ejemplo, trabajar un poco el gimnasio u otras actividades que nos mantengan en forma, mientras nos recuperamos y nos planteamos nuevas metas que conseguir.
Son tan inesperadas como indeseadas, inoportunas, desafortunadas e inconvenientes, pero ahí están, siempre al acecho, las lesiones. Quería haber acabado el 2010 corriendo la Sant Silvestre de Girona, pero una contractura muscular me lo ha impedido. Al final, el único Canet Racer que corrió las dos carreras previstas para estas fechas fue el duro e incombustible “Corregrino Danielem” (Daniel Martínez), mención aparte para este fenómeno que no para de mejorar día a día. Para mí no era un objetivo principal, pero si es cierto que me hacía ilusión acabar el año con buenas sensaciones. Estos poco más de 5 km de carrera en Girona me motivaban bastante, sobre todo porque podía optar a conseguir un muy buen resultado y porque necesitaba desquitarme de la mala experiencia en Riudellots.
Precisamente fue allí, en Riudellots, en mi última competición, donde noté un pinchazo agudo en el músculo gastrocnemio de mi pierna izquierda, más conocido como gemelo. Aún me faltaban 400 metros para llegar pero pude soportar el dolor hasta la meta, aunque luego me pasé el resto de la tarde cojeando. En un principio, creí que podría recuperarme para correr el día 31, pero, a pesar de todos mis intentos mediante hielo, masajes y corrientes, no lo conseguí. En fin, así pues, no me ha quedado más remedio que aceptar la situación y pensar en carreras venideras.
Afortunadamente no me jugaba nada y ciertamente ha sido fácil asimilar la lesión. Creo que una forma de tener margen de maniobra en la planificación de un año deportivo, es marcarse un gran objetivo y luego ponerse pequeños retos. Por ejemplo, en mi caso, la meta principal de este, ya pasado, 2010 era bajar de 32 minutos en los 10km. Ese propósito lo cumplí en la cursa dels Bombers de Barcelona (31’53”), pero bien podría haberlo conseguido en cualquier otro lugar. Si la finalidad principal de la temporada es una competición concreta y no podemos correrla por lesión, también podemos intentar substituirla por otra de similares características, es la suerte del atletismo popular… tenemos cientos de carreras y posibilidades, nadie nos exige nada y corremos para nosotros mismos. El resto del planteamiento es intentar siempre desafíos que nos podemos ir proponiendo en función del estado de forma y de las circunstancias de las carreras en las que vamos participando durante la temporada. En ellas podemos ir buscando un puesto o una determinada marca que forme parte de la preparación para el gran objetivo. Siempre hay que intentar conseguir resultados que estén dentro de nuestros límites y posibilidades, pero que tengan un grado de dificultad suficiente que nos motive. En este contexto de flexibilidad es más fácil asumir una lesión y superar con más serenidad esa barrera con la que a veces tropezamos en nuestras pretensiones. En primer lugar, sentimos incredulidad, negativa a aceptar la lesión, para luego, una vez confirmada, enfadarnos. Una vez superado el trauma, se reconoce la lesión y se puede caer en el decaimiento anímico. Por último llega la aceptación y la resignación hasta llegar a la recuperación. Este proceso es mucho más rápido si podemos encajar la lesión dentro del plan general de la temporada y readaptar el calendario a este imprevisto.
En definitiva, con todo este rollo lo único que quiero decir es que no se acaba el mundo por una contractura muscular y que lo que cuenta es el propósito de seguir adelante y aprovechar para, por ejemplo, trabajar un poco el gimnasio u otras actividades que nos mantengan en forma, mientras nos recuperamos y nos planteamos nuevas metas que conseguir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario