10KM DE CALDETES... REINICIANDO SISTEMA
Llegó la Cursa de Caldetes y aunque no estaba ni mucho menos preparado aún para volver a la competición, decidí tomar parte en la salida. Hasta un par de días antes de la carrera aún estaba sufriendo los síntomas de una gripe y una sinusitis que me habían dejado completamente out estos últimos días. El viernes me levanté bien, sin molestias, lo cual me animó a salir a rodar para probarme un poco. Efectivamente vi que me encontraba mucho mejor, aunque intenté hacer un cambio de ritmo para ver mi capacidad de respuesta a una exigencia física mayor y, en fin, se puede decir que adelanté a un par de caracoles que pasaban por allí y gracias. Pero bueno, lo que estaba claro es que no iba a pasarlo tan mal como en Sant Boi, así que me animé a tomarme Caldetes como un entreno de recuperación.
El día previo a la carrera cayó el diluvio universal, no paró de llover ni un minuto. Me fui a dormir con el relajante sonido de la lluvia repicando en las barandillas y me desperté con un rayo de sol que entraba por la persiana. Sorprendentemente, después de todo, hizo una matinal excelente para correr, así que ahora ya no había excusa para disfrutar “sufriendo” un ratito. Debido a mi victoria en la pasada edición partía con el dorsal nº1, ciertamente me supo un poco mal saber que, en mi estado, difícilmente iba a poder defender el puesto del año pasado. Una vez se dio el pistoletazo de salida intenté olvidarme de todo e intentar correr por sensaciones. El primer km era con un desnivel bastante favorable, así que con la inercia de la salida y tras el rebufo del grupo marqué 3'05. El segundo parcial fue mucho más tranquilo, a 3'22. En ese punto se escaparon Sergio Enríquez e Ibrahim Azzouz. En circunstancias normales hubiera intentado irme con ellos, pero aunque la cabeza me lo pedía, las piernas no me dejaban. Me quedé en un grupito que venía detrás y nos pusimos a un ritmo de 3'15. Durante un par de kilómetros me mantuve ahí, pero cada vez más incómodo y falto de fuerzas. Empecé a notar las secuelas de los días atrás y no me quedó más remedio que aflojar hasta un ritmo de 3'30. Así pues, vi que eso era lo que me tocaba hoy y decidí aguantar hasta la meta sin aflojar demasiado. En esa tesitura me junté con mis compañeros de equipo, Jordi y Dani, aunque hoy ambos estaban más fuertes que yo y en pos de conseguir un buen registro les fui perdiendo comba según se acercaba la meta. Jordi acabó quinto haciendo 33’04, su mejor registro de la temporada y Dani se salió por toda la banda pulverizando su mejor marca personal dejándola en unos excelentes 33’14 y obteniendo, además, la séptima posición. Mis últimos metros fueron un tanto peculiares, puesto que cuando restaba un kilómetro para llegar me dio caza José Ríos, un antiguo rival de toda la vida. Pero fue una situación extraña, porque en vez de picarnos e intentar descolgarnos, fue todo lo contrario. Era obvio que no nos jugábamos nada y por respeto mutuo fuimos aflojando según nos acercábamos a la meta para dejarnos pasar el uno al otro, la situación se tornó un tanto cómica porque entramos en la recta aflojando y haciendo eses, al final Ríos me puso la mano en la espalda y me colocó delante al cruzar la línea. Entré el 10º con 33'40". Completé el “entreno” con un masajito y un bocadillo de butifarra y más contento que unas pascuas por haber podido correr de nuevo y estar recuperado, siempre digo que las pequeñas cosas son las que realmente dan la felicidad. Y aprovechando que el Canet Racer Renato también mejoró su marca personal (ya está en los 43 minutos), por supuesto que luego pusimos el colofón a la jornada atlética tomando algo en una terracita y posteriormente, los más osados, comiéndonos una paellita… esa es la esencia del running y, claro está, del Canet Race.
En definitiva, y haciendo un símil informático, hoy he corrido en "modo a prueba de fallos" y una vez detectado y eliminado el virus que me asolaba le he dado un reinicio al sistema para poder trabajar en futuros objetivos en "modo normal".
Llegó la Cursa de Caldetes y aunque no estaba ni mucho menos preparado aún para volver a la competición, decidí tomar parte en la salida. Hasta un par de días antes de la carrera aún estaba sufriendo los síntomas de una gripe y una sinusitis que me habían dejado completamente out estos últimos días. El viernes me levanté bien, sin molestias, lo cual me animó a salir a rodar para probarme un poco. Efectivamente vi que me encontraba mucho mejor, aunque intenté hacer un cambio de ritmo para ver mi capacidad de respuesta a una exigencia física mayor y, en fin, se puede decir que adelanté a un par de caracoles que pasaban por allí y gracias. Pero bueno, lo que estaba claro es que no iba a pasarlo tan mal como en Sant Boi, así que me animé a tomarme Caldetes como un entreno de recuperación.
El día previo a la carrera cayó el diluvio universal, no paró de llover ni un minuto. Me fui a dormir con el relajante sonido de la lluvia repicando en las barandillas y me desperté con un rayo de sol que entraba por la persiana. Sorprendentemente, después de todo, hizo una matinal excelente para correr, así que ahora ya no había excusa para disfrutar “sufriendo” un ratito. Debido a mi victoria en la pasada edición partía con el dorsal nº1, ciertamente me supo un poco mal saber que, en mi estado, difícilmente iba a poder defender el puesto del año pasado. Una vez se dio el pistoletazo de salida intenté olvidarme de todo e intentar correr por sensaciones. El primer km era con un desnivel bastante favorable, así que con la inercia de la salida y tras el rebufo del grupo marqué 3'05. El segundo parcial fue mucho más tranquilo, a 3'22. En ese punto se escaparon Sergio Enríquez e Ibrahim Azzouz. En circunstancias normales hubiera intentado irme con ellos, pero aunque la cabeza me lo pedía, las piernas no me dejaban. Me quedé en un grupito que venía detrás y nos pusimos a un ritmo de 3'15. Durante un par de kilómetros me mantuve ahí, pero cada vez más incómodo y falto de fuerzas. Empecé a notar las secuelas de los días atrás y no me quedó más remedio que aflojar hasta un ritmo de 3'30. Así pues, vi que eso era lo que me tocaba hoy y decidí aguantar hasta la meta sin aflojar demasiado. En esa tesitura me junté con mis compañeros de equipo, Jordi y Dani, aunque hoy ambos estaban más fuertes que yo y en pos de conseguir un buen registro les fui perdiendo comba según se acercaba la meta. Jordi acabó quinto haciendo 33’04, su mejor registro de la temporada y Dani se salió por toda la banda pulverizando su mejor marca personal dejándola en unos excelentes 33’14 y obteniendo, además, la séptima posición. Mis últimos metros fueron un tanto peculiares, puesto que cuando restaba un kilómetro para llegar me dio caza José Ríos, un antiguo rival de toda la vida. Pero fue una situación extraña, porque en vez de picarnos e intentar descolgarnos, fue todo lo contrario. Era obvio que no nos jugábamos nada y por respeto mutuo fuimos aflojando según nos acercábamos a la meta para dejarnos pasar el uno al otro, la situación se tornó un tanto cómica porque entramos en la recta aflojando y haciendo eses, al final Ríos me puso la mano en la espalda y me colocó delante al cruzar la línea. Entré el 10º con 33'40". Completé el “entreno” con un masajito y un bocadillo de butifarra y más contento que unas pascuas por haber podido correr de nuevo y estar recuperado, siempre digo que las pequeñas cosas son las que realmente dan la felicidad. Y aprovechando que el Canet Racer Renato también mejoró su marca personal (ya está en los 43 minutos), por supuesto que luego pusimos el colofón a la jornada atlética tomando algo en una terracita y posteriormente, los más osados, comiéndonos una paellita… esa es la esencia del running y, claro está, del Canet Race.
En definitiva, y haciendo un símil informático, hoy he corrido en "modo a prueba de fallos" y una vez detectado y eliminado el virus que me asolaba le he dado un reinicio al sistema para poder trabajar en futuros objetivos en "modo normal".
Muy bien!! Si en modo a prueba de fallos corres así...en modo normal...ufff...y ni me imagino que harás en modo turbo!!!!
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