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lunes, 30 de julio de 2012

DE LA NOCTURNA DE FIGUERES A ENTRENAR EN ALTA MONTAÑA


Del asfalto a las trialeras, de la ciudad a la montaña. Combinando una cosa con otra y de esta manera, curiosamente, he encontrado un equilibrio que me ha dado un puntillo de forma con el que, sin entrenar demasiado ni hacer muchas series, me defiendo bastante bien, al menos en las carreras populares. Así, entre semana suelo salir a hacer alguna ruta de trail y los findes, si se tercia, compito en alguna carrerilla, aunque sea de ruta.


El pasado día 21 de julio, invitado por los amigos de Diversport, participé en la Figueres Running Nocturna, una carrera que se celebra a las 22h  en la bonita ciudad del Empordà y cuyo recorrido es de unos 7km.  Allí encontré una dura competencia con Artur Roig y Enric Roure que me llevaron con el gancho buena parte de la carrera. Afortunadamente tuve muy buenas sensaciones en todo momento y en el último kilómetro pude cambiar de ritmo y conseguir una ventaja suficiente como para llegar a meta en primera posición. En la misma carrera, Martina Günther, consiguió la victoria en categoría femenina, obteniendo así el Canet Race Team un bonito doblete.

Los dos Canet Racers concentrados momentos antes de la salida en la Nocturna de Figueres.


Llegando al Taga
Tras la carrera de Figueres decidí centrarme un poco en el trail y durante la semana siguiente estuve corriendo por trialeras, probando un poco, subiendo y bajando. Pero el plato fuerte iba a venir el fin de semana. Xevi Guinovart, mi maestro en la montaña, me había propuesto ir a entrenar a Ribes de Freser con unos cuantos componentes del actual equipo campeón de Catalunya de la especialidad, el Diedre. Así que sin pensarlo demasiado me presenté allí acompañado por Dani y Martina a probar la experiencia de entrenar en alta Montaña. El sábado, para ir mentalizándonos, hicimos un kilómetro vertical subiendo al Taga en un recorrido de 5km, con un poco más de mil metros de desnivel. Ahí ya vi que la cosa no iba a ser fácil. Había que subir con palos y, la verdad, es que no dominé demasiado la materia. Salí demasiado alegre y al poco las piernas ya se me habían hinchado de tal manera que llegar arriba fue un suplicio. Bajando sufrí bastante de cuádriceps,  aquello era una caída en picado y había que ir frenando constantemente.



Con Dani, Martina y Xevi, antes de iniciar el km vertical.

El grupo antes de culminar el Balandrau
El domingo tocaba ruta larga y no las tenía todas conmigo y más cuando se presentó al  entreno Jordi Martín, tercero del mundo en carreras de Montaña en el 2003 ¡casi nada¡ Se apuntaron también Abraham Sanz, Marc Erra, además de Xevi y Dani, por supuesto. La primera parte del entreno consistió en subir al Balandrau a 2.584 metros de altitud. Durante una hora fui relativamente cómodo, por tramos bastante corribles. Pero luego según nos acercábamos al pico y la pendiente se hacía mas evidente se empezó a complicar la cosa. La altitud hacía mella en mí y nuevamente noté las piernas sin oxígeno, el corazón estaba a punto de salírseme por la boca. Arriba tuvimos un poco de reposo y pude comerme tranquilamente unas barritas e hidratarme. De repente a la voz de "venga vamos" nos pusimos de píe y, antes de que pudiera acabar de atarme la mochila, aquellas "cabras locas" del Diedre ya estaban saltando colina abajo sin contemplaciones. ¡¡  Qué Terrible sensación para mis maltrechas piernas!! Demasiada pendiente para tanto dolor. Cuando ya llevábamos en total un poco más de 3 horas corriendo, saltando y grimpando,  y justo al iniciar un nuevo ascenso, me dio un tremendo calambrazo.  Me quedé tendido  entre los hierbajos intentando soportar el dolor mientras miles de saltamontes brincaban a mi alrededor. Mis piernecillas de fondista se estaban quejando amargamente por tanto impacto "¿Qué nos estás haciendo?¡ Párate ya!"parecían  decir. Por un momento creí que no podría volver a ponerme de pie y que, a no ser que viniera un helicóptero a buscarme, no iba a salir de allí. Afortunadamente Xevi me ayudó y pude reincorporarme, aunque ya nada sería igual. Ahora cualquier gesto brusco suponía una nueva rampa. Tuve que aguantar tras el grupo como pude durante todo el descenso, sin perderlos demasiado de vista. En algunos caminos aún pude correr, pero cuando el terreno se complicaba tenía que aflojar mucho. Tras completar los 32 kilómetros de la ruta por fin llegamos a la Vall de Ribes.


Fue una experiencia dura pero instructiva y, a parte del dolor que tuve que soportar, hasta divertida. No hay nada que una reconfortante ducha y una merecida recompensa gastronómica en compañía de toda esta buena gente no cure. ¡¡Qué hambre tenía!! La conclusión que extraigo es que la montaña es mucho más difícil de lo que parece y que hay que respetarla. Y sobretodo, como dice mi maestro Xevi Guinovart  "todo es cuestión de adaptarse". No sé, de momento creo que esta "adaptación" me va a costar unos cuantos días de agujetas. Con lo bien que me encontré en Figueres.

A la llegada con Jordi, Xevi, Marc, Dani y Abraham


2 comentarios:

  1. Hola Ricky, si vuelves a quedar con Jordi Martín dale recuerdos de mi parte. A finales de los 80 y principio de los 90 fue compañero de entrenamientos en Sabadell. Ten cuidadín con él que en las carreras de montaña es una máquina...

    Saludos,

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    Respuestas
    1. Es un fenómeno, además de ser un tío de p.m! Espero tener más entrenos de este con él, a ver si lo puedo seguir un rato más.

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