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martes, 20 de mayo de 2014

LA VUELTA A MENORCA. 1 ISLA, 4 MARATONES, 1 CAUSA: STOP SANTFILIPPO


(recopilación de artículos publicados en running.es)
Arranca el tren. Me dirijo al aeropuerto del Prat, allí he quedado con Alejandro Parreño, Jesús Oliver y Arturo Fernández. Nos vamos a Menorca a dar la vuelta a la isla corriendo. Son 185km que haremos en 4 días, un poco más de lo que sería una maratón diaria.  Soy consciente de que hoy en día son tantas las locuras que hace la gente que este reto pudiera hasta llegar a parecer algo "fácil".  No lo es, ni mucho menos. Y no sólo por la dificultad que pueda entrañar, sino porque el fondo de esta aventura es una batalla muy difícil de ganar. No se trata de superar ningún récord, ni de ser los mejores, se trata de hacerlo por una causa solidaria.


Hace ya unas semanas en running.es nos hicimos eco de esta noticia. Hablaba de dos runners que bajo el claim: "1 Isla, 4 maratones, 1 causa: stop Sanfilippo", pretendían recaudar fondos para luchar contra esta devastadora  enfermedad que afecta a unos pocos niños. Precisamente por ser pocos, cuentan con escasos fondos para la investigación en pro de una cura.
En running.es nos sentimos especialmente identificados con este tipo de gestos y fue tal el nivel de implicación personal que fui adquiriendo con este noble propósito que finalmente decidí apuntarme y acompañarles. Qué mejor manera de apoyarles que recorriendo junto a ellos el mítico Camí de Cavalls. Mañana iniciaremos esta empresa realizando  en la  primera etapa unos 53km, desde Ciutadella hasta Ses Salines de Fornells. Nuestro cuartel  general estará en Cala Bosch, donde volveremos cada día en coche a descansar tras la ruta correspondiente. Desde allí iré informando cada jornada de cómo se vive una experiencia como esta desde dentro.


 1ª Etapa: 15 de mayo 2014, Ciutadella - Ses Sabines Fornells. (53 km)
Aún no eran las 3 de la madrugada. Reinaba el silencio en la noche y los cuatro dormíamos plácidamente. De repente se oye gritar a Jesús: "¡¡Lo he visto, lo he visto, tío te digo que lo he visto....!!" Alejandro, que era el que estaba compartiendo habitación con él, le pregunta que qué le ocurre. Enseguida vio que esta sonámbulo y que estaba soñando. Intentó calmarlo :
-tío, estás bien?
- sí, sí...
-habrá sido la pizza... -concluyó Alejandro antes de seguir durmiendo-.
La noche previa, habíamos tenido una cena muy animada, donde lloramos de la risa. El ambiente era excepcional y a todos se nos había olvidado un poco lo que hoy nos esperaba. 50 kilómetros, ni más ni menos. Quizá a Jesús le entró un ataque de pánico nocturno.
El caso es que a las 7 a.m estábamos todos con los ojos como platos y repitiendo la frase de la noche:" Lo he visto, lo he visto..." El buen humor reinaba en el grupo, aunque se percibía cierta concentración en los rostros. Tras hacer las gestiones pertinentes con el coche y con la bici de Arturo ( él iba a ser nuestro "director técnico") empezamos a correr. El terreno era mucho más abrupto de lo que en principio creíamos que iba a ser y, además, hacía muchísimo viento. La belleza de los acantilados competía con la dureza de la trazada del camino. El norte de la isla es muy salvaje y no es cómodo correr por él. Que la etapa de hoy era la más extrem y la más larga pronto lo descubrimos. Hacía calor y el viento nos secaba la boca. Bebimos y nos tomamos algún complemento nutricional a los 10km, incluso Alenjandro se puso colonia. Lo miramos sorprendidos y él nos espetó que le gustaba oler bien.
Todo iba según lo previsto hasta pasados los 20, salvo una pequeña vuelta absurda que dimos por equivocación y que el agua se nos estaba acabando. Creíamos que en algún lugar del recorrido habría algún lugar donde repostar. Pero nada de nada, en 50km no había donde comprar una gota de agua. Esto nos pasó factura a partir del 30, donde tras otro par de kilómetros extra por un tramo mal señalado, nos enfrentamos a la parte más dura del día. Los calambres se apoderaron de mí y lo pasé realmente mal, habiendo momentos en que mis compañeros tuvieron que ayudarme, como si de un herido de guerra se tratara. Alejandro argumentaba que eso hacía el reto más épico y que a la postre nos uniría más. La cosa se tornó seria y la deshidratación empezó a pasarnos factura. Parecíamos unos perdidos en el desierto que no hacían más que soñar con un oasis.
Tras atravesar Cala en Blanes, Punta Nati, Cala Morell, Algairens, El Pilar, Ets Alocs, Cala en Calderer, Binimel.là y Cavalleria. Por fin se completó la primera jornada, una jornada que resulta muy emotiva y en la que incluso Alejandro rompió a llorar como un niño por el gran esfuerzo realizado. Arturo nos recogió en el coche y nos llevó a nuestro apartamento. Ha sido muy duro y realmente hemos sufrido, pero al final lo que queda ha sido una maravillosa experiencia, que a buen seguro nos unirá y nos hará más fuertes para afrontar las siguientes etapas. Mañana tocan otros cuántos kilómetros y ahora hay que descansar bien.





El panorama de la primera noche había cambiado radicalmente. Fue llegar a casa después de cenar y todo el mundo cayó redondo en la cama. No hubo charlas, ni bromas, ni siquiera Jesús tenía fuerzas para "sonambulear". Estábamos todos rendidos porque la jornada había sido muy dura y, lo que es peor, habíamos estado expuestos mucho rato al sol y el agua escaseó durante gran parte del recorrido dejándonos bastante deshidratados. La suma de todo nos dejó muy mermados de fuerzas a todos. La gran pregunta que se hacía todo el mundo mientras empezaba a entrar en la fase Rem de su sueño era si al día siguiente seríamos capaces de recuperarnos y afrontar la segunda parte de la cara norte de la isla de Menorca.
El día amaneció con la buena noticia de que no hacía tanto viento. Nos empezamos a levantar y a examinarnos golpeándonos las piernas y haciendo leves estiramientos. En general parece que todos nos veíamos capaces de calzarnos las zapas y lanzarnos de nuevo a la aventura. Nos animaba saber que hoy el trazado era más benévolo y que en gran parte discurría por un parque natural de enorme belleza. Con un poco más de pereza que ayer nos pusimos en marcha e iniciamos el trayecto.


Al principio caminamos rápido durante un kilómetro, más o menos, mientras intentábamos con ello poner a punto nuestra castigada musculatura. Pronto empezamos a correr y a adaptarnos de nuevo al terreno  con un ritmo que fuera propicio para todos. La etapa transcurre por Son Saura del nord,  Arenal d'en Castell, Addaia, Favàrixt y Es Grau. Hoy había mucha más vida. Nos cruzamos con vacas y ovejas e incluso con seres humanos. Por cierto, quiero destacar que la gente de la Isla de Menorca son de una amabilidad exquisita, lo puedo llegar a entender porque son verdaderamente afortunados de vivir en un lugar tan paradisiaco.
Lo cierto es que la etapa transcurrió sin demasiados sobresaltos, fuimos constantes con el ritmo y procurábamos parar cada diez quilómetros para avituallarnos y descansar un poco. A pesar de todo, el cansancio se iba acumulando notablemente, al menos en mis piernas, Alejandro también tuvo sus momentos de crisis y a Jesús pues realmente se le veía bien. Paramos a comernos un bocadillo de jamón York con tomate en un chiringuito de Ses Grau que nos supo a gloria bendita.
Lo difícil fue arrancar de nuevo,  personalmente empecé a notar un intenso dolor en la rodilla que me amargó los últimos kilómetros. En ese momento, empecé a reflexionar sobre aquéllos que se lanzan a este tipo de hazañas y se apuntan a una trail de 90, 100 o 190 km... cada vez esto va a más. Gente que no es ni mucho menos profesional realiza estas auténticas locuras, que sinceramente, a mí me parece algo inhumano. Bueno, es un tema de debate en muchos foros donde se discute sobre si ese afán de buscar el límite no puede resultar hasta peligroso. A pesar de que nosotros hemos recorrido una distancia mucho más "modesta" ( hoy en día hacer 40km parece hasta poco) lo que sí puedo decir, y lo he constado hoy, que para hacer algo así hay que estar muy preparado física y psicológicamente.
El caso es que nosotros hemos cumplido con el plan que nos habíamos propuesto para hoy y que de momento seguimos adelante por los niños enfermos de Sanfilippo. Mañana más, si las piernas lo permiten, claro.




3ª Etapa: 17 de mayo 2014, Maó - Cala Tomas (48km) 
El despertador, fiel a su cita diaria,  ha sonado a las 7 a.m. Jesús y Alejandro se han levantado como un resorte, mientras que a Arturo y a mí nos ha costado un poco más. Era una buena señal que nuestros héroes no se quejaran demasiado de sus piernas y que versaran más sus lamentos hacia las quemaduras provocadas por el sol.
Lo cierto es que no había más que verlos para entenderlo, rojos como gambas y la marca de las camisetas de tirantes en su blanquecina piel. Para completar la estampa, también se distinguía en sus piernas la marca de las perneras compresoras. Podríamos hablar de lo que comúnmente se denominaría "moreno paleta", aunque creo que este tipo de bronceado corresponde más a lo que sería un "moreno ultrarunner", cada vez más de moda en nuestra sociedad.


Tras untarse hasta las cejas de protección solar, nos montamos en el coche y nos dirigimos hacia el punto de partida de la etapa de hoy. La salida desde Maó nos hizo coincidir, durante el trayecto en carretera, con algunos corredores de la Ultra trail Camí de Cavalls que, casualmente, se celebra también este fin de semana con diversas distancias y distintos recorridos.
En fin, que está toda  la isla llena de "tarados" como nosotros saltando entre las rocas de los acantilados. No desperdiciamos la oportunidad de animar y saludar a todos y cada uno de ellos con los que nos íbamos cruzando. Sólo los de nuestra especie pueden entender que se pueda disfrutar sufriendo y eso da lugar a una enorme complicidad y empatía entre todos los runners del mundo.
La etapa de hoy era plácida y bonita, repleta de playas espectaculares. Salimos de Es Castell y atravesamos Punta Prima, Binbèquer, Es Canutells, Cala en Porter, Llucali y Son Bou, antes de llegar a Cala Tomás. Hacía un día casi de verano, mucho calor y poco viento.
Por fin, tras tres días por el mítico Camí de Cavalls, se vieron caballos, además de más vacas, una de las cuáles, por cierto, casi embiste a Alejandro que se arriesgó a desafiarla al ponerse a un palmo de ella. En el trayecto se cruzó también una señora de unos setenta años, que iba haciendo todo el camino en autosuficiencia cargando un mochilón en la espalda. Algo que no pasó desapercibido para Jesús que quiso hacerse una foto con ella. Alejandro volvió a sufrir, pero eso no le impedía seguir con sus excentricidades, hoy además de la colonia también iba con un sobre de Ketchup en la mochila. No ha querido contarnos porqué.


La verdad es que de estas experiencias siempre nos queda un recuerdo agradable, pero si bien es cierto, que como me contaba Alejandro, hay momentos en que el sufrimiento y el cansancio es tan grande que llegas a dudar de que esto pueda ser algo agradable. Sea como sea, hoy han caído otros 48 kilómetros y ya falta poquito para conseguir hacer de este reto una realidad. Mañana resta otra Maratón para llegar a nuestra meta y será cuando valoraremos realmente la grandeza de este propósito.


Ayer noche parecía que las energías se habían vuelto a recargar en el seno de la expedición. Era tarde y nadie tenía sueño. Estuvimos de cháchara hasta casi la una de la mañana. Sabíamos que estábamos a punto de conseguir completar la vuelta a la isla y parecía que queríamos saborearlo bien.
Por fin, cuando el cansancio nos venció, dormimos a pierna suelta. Esta noche de nuevoJesús nos despertó a todos con su sonambulismo. De repente, el silencio se rompió : "¡cierra la puerta! ¡cierra la puerta!..." vociferó sin venir a cuento. Como ya sabíamos de qué iba la cosa no le hicimos ya demasiado caso y seguimos durmiendo, aunque con las pulsaciones un poco aceleradas del susto. Probablemente estaba soñando con el Camí de Cavalls donde las puertas de madera son una constante.

Para variar un poco, el día amaneció nublado. No llevábamos ni 7 km que ya empezó a chispear. Antes de darnos cuenta estábamos empapados por la intensa lluvia. Atravesamos las playas más fotogénicas de la isla, Cala Mitjana, Calda Galdana, Macarella, Cala en Turqueta y Son Saura. Sin embargo, y ya pasado el km 30, nos esperaba lo peor del recorrido. Al llegar a Cap d'Artruxt, paramos a avituallarnos y cambiarnos las camisetas e iniciamos un tortuoso camino de piedras que, con la lluvia, estaba completamente embarrado. Resultaba hasta difícil mantener el equilibrio sin resbalar y partirnos el espinazo.


Sufrimos un montón y empezamos a notarnos muy fatigados y calados hasta los huesos. Los últimos kilómetros fueron una odisea. El cansancio era cada vez más evidente y los dolores en las articulaciones y las plantas de los pies nos embargaban por completo. Luchar contra los elementos nos hizo darle más valor a lo que estábamos haciendo y darle un plus de épica al tramo final. Por fin llegamos a la misma puerta donde 4 días antes habíamos iniciado la aventura.  Allí estaba Arturo esperándonos. Nunca nos habíamos alegrado tanto de verlo. Nos fundimos en un abrazo y temblando de frío nos metimos en el coche para volver al apartamento para celebrarlo con una reconfortante ducha caliente y una buena cena.


Tras 4 etapas de 53, 42, 48 y 42  kilómetros, quedarán en nuestra memoria un montón de recuerdos y experiencias que, además de habernos llenado como personas, ha servido para poner nuestro granito de arena para luchar contra una enfermedad tan terrible como la de Sanfilippo. A nivel personal y en representación de running.es, ha sido un placer poder vivir de cerca esta gran experiencia junto a estos cracks, que además de haber demostrado que son unos excelentes deportistas tienen también un enorme corazón.
Si queréis colaborar en la causa, podéis hacerlo a través de este enlace: CLICA AQUÍ









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