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viernes, 15 de mayo de 2015

4ª etapa Camino Portugués: Ponte da Lima - Rubiães. La etapa reina.






Estábamos en una habitación de unas 30 camas y era inevitable toparse con un Osogrino. Aún casi no habían ni apagado las luces que ya se le oía rugir. ¡Menudos ronquidos! Y yo me pregunto, ¿cómo se lo hacen para ser siempre los primeros en dormirse? Suerte que ya voy preparado y llevo tapones. Me he despertado muy pronto, a las 6:40. He visto que a esa hora el 90% de los Peregrinos ya se han ido. Por la ventana entraba el sol y aunque he estado un rato más tumbado en la cama, no he tardado mucho en levantarme. ¡Buf! El tobillo... lo tengo bastante hinchado y un poco morado. En mis primeros pasos noto unas punzadas de dolor, pero tampoco quiero darle más importancia y pienso que ya se calentará. Dani no tarda en levantarse, dice que no ha dormido muy bien tampoco.


Hace un día muy bonito, pero no hace calor. Se está bien y hasta sopla un airecillo fresquito que si estás parado te deja helado. Desayunamos nuestro tradicional croissant y café con leche y salimos a la calle. La etapa de hoy es la más corta de todas las previstas, sólo 18km, así que íbamos muy sobrados de tiempo. Dicen que es la etapa reina, supongo que porque tiene tramos de bosque con bastante desnivel. 


                      



Empezamos a correr y el tobillo me dolía. Tuvimos que parar un momento y ponerme Radiosalil. Pensé en parar en la próxima farmacia que viera para comprarme una tobillera. La ley de Murphy, obviamente no había ninguna en toda la etapa. Y es que el recorrido transcurría prácticamente por caminos y bosque. Sin duda el más bonito de los que hemos hecho hasta ahora. Un circuito de trail running en toda regla, con sus subidas y bajadas, sus piedras, sus arbolitos y hasta una cascada. El cielo azul y el verde de los árboles le daban a este trayecto un toque mágico. Al rato ya me había olvidado del tobillo y corría con total normalidad. Íbamos adelantando a los otros peregrinos en el Camino y todos nos animan, nos jalean y hasta nos hacen fotos. Me han comentado alguna vez que el Camino es para hacerlo andando, bueno, seguramente hay muchas formas de disfrutarlo, pero en nuestro caso tenemos clarísimo que hacerlo corriendo es la manera más mágica y especial de hacerlo.  Y es que quizá somos los únicos afortunados  que podemos saludar y desear "bom caminho" a todos y cada uno de ellos todos los días hasta llegar a Santiago. Todos sonríen y se alegran al vernos pasar. Les preguntamos cómo van y hasta cantamos con ellos. Es una estupenda sensación y a nosotros también nos da energía para seguir corriendo que es sin duda lo que más nos gusta y lo que nos identifica.


                      



Estábamos  disfrutando tanto del paisaje que no queríamos que se acabara. Los primeros 10km hemos ido rápido embargados por la emoción. Así que decidimos recrearnos parando a comernos una barrita y  hacer alguna foto con el muñequito de Radulfum, al que hasta le dimos de beber agua. Cuando nos quedaban 3 ó 4km volvimos de nuevo a darle estopa mientras gritábamos "iaaaaaaajuuuuuuuuuuú", cualquiera que nos escuchara pensaría que estábamos locos. Pero ¿y lo bien que lo pasamos?


                         



Una vez en Rubiães decidimos pasar del Albergue municipal e irnos al de Ninho, que aunque costaba 12 euros era mucho más hogareño. Allí llegamos y era como estar en tu casa desde el primer momento. Su propietaria, Marlene, muy atenta y simpática, nos llevó al pueblo en su Jeep para que pudiéramos comprar una tobillera y los ingredientes para preparar un platazo de pasta al estilo Danielem. En definitiva, el lugar perfecto para relajarse, comer bien, descansar, disfrutar de la paz del Camino y recuperar mi maltrecho tobillo.


                                               


Ponte de Lima a Rubiães, 18'2km en 1h58






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